'Akelarre' digital
El debate parlamentario sobre la televisión digital ha dejado estela. El rastro permanece aún visible en -el firmamento periodístico. Así, el lector, el oyente y el televidente habitual de los servicios informativos nucleados en tomo a PRISA se encuentran desconcertados. Comprueban que han llamado a rebato. Repican las campanas en defensa de lo propio.Quienes oímos la Cadena SER, sus informativos y sus tertulias, vemos los telediarios de Canal + y leemos EL PAÍS estamos sorprendidos por el cambio de actitud que observamos en la orientación y en los contenidos de dichos programas en lo que va de año.
La mesura, la templanza y la sobriedad de los servicios informativos de dichos medios ha dado paso en 1997 a una actitud beligerante con todo aquél que no comparte los análisis político empresariales de PRISA. Constatamos que la batalla digital ha sido capaz de alterar un estilo y un savoir-faire labrado y esculpido durante años en dichos medios. Resulta llamativo comprobar cómo se alteran comportamientos profesionales tan asentados cuando las posiciones propias, empresariales o políticas quedan en minoría. Esta actitud ha estado especialmente presente en el diario EL PAÍS, que ha dirigido críticas acerbas al nacionalismo democrático vasco, al Partido Nacionalista Vasco y a Xabier Arzalluz en particular. EL PAÍS se retrata, además de por su línea editorial, por su persistente actitud en publicar reiteradamente artículos de opinión monotemáticos criticando actitudes básicas del PNV en un loable afán por encarrilar ovejas descarriadas. Y se retrata por sus clamorosos silencios. Indica el editorialista de EL PAÍS que el debate digital se produjo en el Congreso de los Diputados en un clima enrarecido obviando que fue el portavoz socialista quien desmadró el debate acusando a tirios y troyanos en un tono vehemente y ácido. Mutis por el foro. (Resuena aún en nuestros oídos el clamoroso silencio informativo y editorial de EL PAÍS, a raíz de Las ratas, de J. A. Belloch. ¿Qué hubiera sucedido si dicho artículo conociera la firma de un dirigente del PNV?).
Hay silencios que ensordecen. Resulta significativo que ni el portavoz del Grupo Socialista en el Congreso, ni las informaciones ni el editorial de EL PAÍS hayan tomado en consideración los argumentos de fondo expuestos en el mismo por el PNV; a saber, libertad de opción de los usuarios, mediatización de las posiciones de abuso de dominio y de monopolio en el mercado, concepción del Estado plurinacional, pluricultural y plurilingüe, mantenimiento del principio de intervención mínima en el mercado... Se opta por el camino del medio en la crítica, cabalgando entre juicios de intenciones y tópicos preestablecidos:
A pesar de los pesares, en el PNV, además de agradecer las críticas que desde los medios de comunicación se nos realizan, las leemos y analizamos con detenimiento por el respeto que nos merecen. A fuer de ser sincero, con especial predilección las de EL PAÍS, por trayectoria, planteamiento y compromiso con la democracia en el Estado español.
Recurrir en este contexto al argumento de afán de amedrentamiento, de voluntad intimidatoria, por parte del PNV para con los periodistas de EL PAÍS es un golpe bajo impropio de un periódico serio y riguroso. No está el horno para esos bollos. La tribuna del Parlamento es el lugar por excelencia para fijar la posición de los grupos parlamentarios en tomo a los temas que son objeto de debate. Con publicidad y transparencia, en la plaza mayor de la política del Estado, con luz y taquígrafos, en línea con la más sana y limpia tradición democrática parlamentaria. Se nos podrá acusar de expresar con crudeza el análisis propio del PNV, pero jamás de amenazar. Nuestro propio libro de estilo, avalao por centenaria trayectoria, lo rehaza de plano.
Gran parte de la intervención del portavoz socialista se centró en demostrar que existía caza de brujas por arte del Gobierno y de los grupos parlamentarios que lo apoyaban en el debate, contra PRISA se suponía, aunque haya elipsis que clamen al cielo.
El símil recoge una especial connotación para los vascos. La caza de brujas por parte de la Inquisición tuvo especial incidencia en la Vasconia de los siglos XVI y XVII, donde adquirió particular, notoriedad el aker (macho cabrío), genio o diablo que presidía las asambleas brujeriles de la época, adoctrinaba a las brujas y se hacía adorar y servir por las mis mas. Cuentan las crónicas de la época que la Inquisición moderna fue una institución eficaz y un instrumento útil de control para el mantenimiento del modelo de sociedad vigente. La estabilidad del Estado moderno requería una uniformidad ideológica y la con siguiente elimiinación de la disidencia.
La inquisición digital inquiere, castiga y actúa contra los posicionamientos que no considera políticamente, correctos, intentando sentar doctrina en el establecimiento de los límites entre lo constitucionalmente ortodoxo y la heterodoxia extramuros. El aker, ahora en versión digital, se empeña, a finales del siglo XX, en convertir a lo políticamente correcto a esos gentiles del PNV que siguen con sus ritos y tradiciones. El domuit vascones pervive anclado en esa vetusta mentalidad tan arraigada en amplios sectores de la sociedad española.
Así se sigue alimentando la leyenda negra del nacionalismo. Se afirma con rotundidad que no es demócrata quien es nacionalista sin más matices. Que el nacionalismo. es el germen de la violencia. Que tras la apariencia bondadosa de los líderes institucionales del PNV se esconde la verdadera faz de sus burukides y militantes, racistas, xenófobos, intransigentes y excluyentes... La intachable trayectoria de un partido centenario demócrata, la integradora y pluralista acción de Gobierno de las instituciones vascas, calificadas de modélicas por propios y extraños, especialmente en el área social, los contenidos de las ponencias y documentos del propio PNV..., no deben ser suficientes vales para quienes viven cómodos instalados en el tópico demagógico. Por ello siguen recurriendo a sus manuales de agit-prop, eso sí, en nombre de la intelectualidad, instalando al PNV y a Xabier Arzalluz en el centro capital de todo lo horrendo que sucede en Euskadi. Haga lo qué haga el PNV, diga lo que diga Xabier Arzalluz, está condenado de antemano al fuego purificador. No se aceptan sus premisas mayores. Lo que viene a ser lo mismo que se le exige -¿con qué autoridad?-, renunciar a su ideología y a sus postulados básicos. ¿Cabe mayor dislate?
En consecuencia, no resulta suficiente editorializar con rotundidad que no existe caza de brujas. Es preciso enterrar las armas dialécticas de vetustos cazadores vascos, amigos, socialistas y residentes en la Corte para dar paso a una relación ho rizontal desde el respeto a lo que cada uno representa. Tal cual.
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