"Mi mujer es la que se lleva los palos"
, Los forofos navarros llaman a Abraham Olano igual que a todos los guipuzcoanos: robasetas. Pero al ciclista no se lo dicen porque invada con una cesta los fines de semana los bosques de la tierra, sino por el Mundial de Colombia, que Olano ganó por delante del ídolo, Miguel Induráin. Ahora, Olano, de 27 años, ya no es el gordito que resoplaba en todas las cuestas; es el líder del equipo navarro, el Banesto, y el hombre que todos esperan suceda a Induráin ganando el Tour. Su llegada a la élite mundial ha sido larga, dura y trabajosa. Pasó por un equipo que desapareció sin pagar, se recalificó aficionado, acabó en un conjunto italiano liderado por Tony Rominger, que le presentó al guru de la medicina deportiva, Michele Ferrari, y dirigido por Juan Fernández, con quien ahora no se habla, después de que Olano no apoyara el nuevo equipo que quería crear. Con ellos quedó segundo en la Vuelta a España del 95, tercero en el Giro del 96, noveno en el Tour del 96, ganó la Vuelta a Romandía. Se casó con Karmele, una donostiarra que lleva el peso de sus negociaciones comerciales. "Tú, a callar", le dijo un día en público. "Yo pienso y tú das pedales". Quiere ganar el Tour.Pregunta. ¿Es usted un robasetas?
Respuesta. Cuando no hay setas en tu casa, pues tienes que ir a cogerle al vecino, ¿no?
P. Es bueno sólo por las pócimas que le ha dado Michele Ferrari.
R. Yo he sido campeón de España sin Ferrari. Y ahora sigo sin Ferrari.
P. Su mujer es la que tiene la cabeza y usted sólo las piernas.
R. Mi mujer es la que da la cara y no yo. Se lleva ella todos los palos.
P. ¿Lo tienen así pactado?
R. Exactamente.
P. Juan Fernández dice que le ha dejado tirado.
R. He intentado no dejar tirados a los más posibles del equipo. Él, cuando tiene que dejar a un corredor fuera, tampoco se lo plantea.
P. Dicen que va a ser el nuevo seleccionador con el nuevo presidente, Pepe Grande.
R. Pues a lo mejor no voy al Mundial.
P. Se le da importancia porque en España, sin Induráin, no hay otro. En el reino de los ciegos el tuerto es el rey.
R. Quien dice eso no sabe de ciclismo.
P. Sigue siendo un culogordo (apelativo que se da a los ciclistas rodadores, que no suben bien).
R. No me importa, mientras me siga.
P. Pero así nunca ganará el Tour.
R. No lo sé. El tiempo lo dirá.
P. ¿Qué va a hacer en la montaña?
R. Intentar mejorar y pasarla, como siempre.
P. Al Banesto se ha traído a tres ex del Mapei (Ginés, Beltrán y Peña), a un masajista (Leboso) y a un mecánico (Torralbo). Le gusta ir con su clan a todas partes.
R. No, me gusta la amistad y la sinceridad de la gente y los compañeros.
P. Va usted muy sobrado.
R. ¿Qué es eso?
P. Que se cree superior a todos.
R. No, en absoluto. Lo que pasa es que hay momentos, después de una carrera, en que tienes que ir a lo tuyo. En un entrenamiento, como ley desde el principio me impuse que no podía pararme ni a firmar autógrafos, ni a fotografías, ni a nada de eso. Si no, no estaría entrenando.
P. Ha fichado por el Banesto y no por la ONCE o Juan Fernández por dinero.
R. Eso se lo tendría que preguntar al patrón del Mapei, Squinzi.
P. Pero la ONCE es mejor equipo ¿no?
R. Quizás por eso no podía ir con ellos, porque son muy buenos.
P. Fue muy blando con Squinzi en la etapa de Pamplona del Tour, cuando le dijo que ser segundo no valía nada y que había que atacar y arriesgarse a ser primero. Y se quedó fuera del podio.
R. No creo que sea con Squinzi con quien tenga que hablar de eso. Es con otros.
P. En el fondo usted imita a Induráin en todo, hasta en la forma de hablar.
R. Yo no hago por copiarle. Si somos parecidos o si decimos las mismas palabras no es porque las tenga metidas en un ordenador.
P. ¿Por qué sigue cotizando a Hacienda en España en- vez de irse a Montecarlo, con su amigo Rominger?
R. Tenía mucho que perder con la afición vasca.
P. Pero ha llegado a donde está gracias a que es el protegido de Rominger.
R. Había otros más protegidos, como Escartín, pero por circunstancias se fueron y yo pude quedarme para demostrar mi capacidad en la Vuelta 95.
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