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"El fugitivo" tenía razón

La justicia confirma que el doctor que inspiró la famosa serie televisiva no asesinó a su mujer

, El doctor Sam Sheppard, más conocido como Richard Kimble en las pantallas en blanco y negro de los años sesenta y en la película protagonizada por Harrison Ford en 1995, no mató a su esposa. Más de cuarenta años después del asesinato de Marilyn Sheppard, el caso que inspiró la inolvidable serie de televisión ha resucitado para rehabilitar la memoria del fugitivo, gracias a las pruebas del ADN realizadas a instancias del hijo de Sheppard sobre cabellos y distintas huellas de sangre y semen.El caso Sheppard, que ayudó a crear uno de los mitos más populares de la historia de la televisión, está ahora tan claro para la justicia como Io estuvo siempre el caso Kimble para sus millones de seguidores. En el primer juicio, celebrado en 1954, Sam Sheppard. contó que en la noche del 4 de julio de ese año estaba durmiendo en un sofá de su casa, en las afueras de Cleveland y frente al lago Erie, cuando alguien entró, subió al dormitorio conyugal y mató a golpes a su mujer, embarazada de cuatro meses. El ruido le despertó, y cuando se dirigía corriendo hacia la habitación, un golpe -del siniestro manco en la versión televisiva, de un hombre "alto, con abundante cabellera" en su relato- le dejó conmocionado. Momentos después, tras comprobar que su mujer estaba muerta, Sheppard siguió al intruso fuera de la casa, pero en el forcejeo en la playa del lago volvió a quedar inconsciente. El fiscal, ayudado por la policía, mantuvo que el médico mentía. En la casa no había señales de que la entrada hubiera sido forzada. También era extraño que el supuesto agresor huyera hacia un lago. Y, puestos a examinar la credibilidad de Sheppard, ¿por qué mintió cuando dijo que no había problemas entre él y su mujer, si la policía localizó rápidamente a Susan Hayes, una técnica de su laboratorio que confesó haber mantenido relaciones sexuales con el médico en su automóvil Jaguar? La arrogancia del cirujano en el estrado y la imagen de golfo que se forjó de él una opinión pública agitada por los medios sensacionalistas contribuyeron a su condena.

Diez años después, el Supremo revisó el juicio y lo anuló señalando que la publicidad del caso había provocado "una atmósfera de carnaval". En 1966, Sheppard fue absuelto, pero su vida estaba ya deshecha. Las hazañas de El fugitivo y su angustiosa búsqueda de la verdad contra la maldad de la maquinaria jurídica y policial fueron la versión de Hollywood a un drama humano completamente diferente: en 1970, después de haber pasado 10 años en la cárcel y detener que asumir el suicidio de los padres de su mujer, Sheppard se sumergió en el alcohol y las drogas y tuvo un terrible final, ahogado en su propio vómito, a los 46 años.

Su hijo Sam, que tenía siete años en 1954, ha crecido bajo la sombra del drama. Cuando estudió el caso y las maniobras policiales utilizadas por la fiscalía, no dudó ni un momento de la inocencia paterna ni de la culpabilidad del eterno sospechoso, un limpiador de ventanas llamado Richard Eberling, localizado después de una investigación privada de seis años. En el juicio, la acusación sostuvo que el rastro de sangre que recorría la casa pertenecía a Marilyn Sheppard y había goteado del instrumento usado por el marido para matarla. La defensa negó que el objeto hubiera podido acumular tal cantidad de sangre y que ése era el rastro del asesino, al que la mujer había mordido, probablemente en una mano, con tal fuerza que se rompió dos dientes. La sangre no era de Sheppard, porque no tenía un solo rasguño en su cuerpo, pero los análisis de la época eran muy primitivos y nunca se despejó la duda. Hace 10 meses, el infatigable hijo del doctor consiguió una orden judicial para analizar la sangre de Eberling, que cumple cadena perpetua por haber asesinado a una anciana en 1984. La muestra obtenida se comparó con cabellos de Marilyn Sheppard y restos de sangre y semen -aunque la policía jamás reveló que había sido violada, además de asesinada-, y la conclusión de las pruebas del ADN fue que la sangre del reguero correspondía a una tercera persona, lo cual exculparía a Sheppard. El doctor Mohammad Tahir, que ha dirigido las pruebas, señala que "Richard Eberling no puede ser descartado como sospechoso", lo cual justifica, en opinión del hijo de Sheppard, una nueva investigación para aclarar quién fue el asesino.

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