Esclavo de la violencia
Arlindo Luis C. C. el hombre que se ha confesado autor de un centenar de agresiones sexuales en los últimos ocho años, es un violador por compensación. Su intento de vengar las "humillaciones" que le infligieron sus compañeras de escuela, la elección de sus víctimas -todas entre 17 y 22 años y parecidas a sus antiguas colegas de aula- y su sentimiento de liberación una vez detenido confirman esta adscripción.Para la psicóloga de la Asociación de Asistencia a Mujeres Violadas, Elena de Marianas, que ha atendido a más de 20 víctimas de Arlindo, este tipo de violador tiene una autoestima baja y ha sufrido durante su infancia o adolescencia situaciones conflictivas. Se trata muchas veces de humillaciones, cuyo origen no es necesariamente sexual, sino que pueden proceder del ámbito familiar, del rechazo social e incluso de su propia debilidad frente a los demás. Un cuadro que en el caso de Arlindo ejemplifican su vivencia de pobreza y su sentimiento de vejación frente a las "niñas pijas".
El individuo magnifica estas experiencias -ya sean reales o imaginarias- y persigue su compensación mediante un acto violento que le proporcione una sensación de poder y control sobre otra persona. Este comportamiento llega a ser tan gratificante para estos violadores que se convierte en compulsivo. Repiten y repiten hasta acabar sintiéndose esclavos de su violencia. "Son incapaces de ejercer el control y necesitan que se les controle, por eso se sienten liberados cuando se les detiene", señala De Marianas.
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