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Los chechenos acuden en masa a votar convencidos de ir a la independencia

Pilar Bonet

La república norcaucásica de Chechenia confirmó ayer su voluntad de independencia al votar masivamente en las elecciones presidenciales y parlamentarias, celebradas en un clima de euforia. La votación también fue posible gracias a un tremendo esfuerzo para superar las enormes dificultades de organización en un país destruido y casi sin comunicaciones telefónicas, cuyos caminos aún están marcados por las huellas de los carros de combate y los bombardeos aéreos rusos. Los chechenos se tomaron en serio las elecciones de ayer, tanto en la forma como en el contenido.

Todos los candidatos presidenciales representaban opciones independentistas. Según los primeros recuentos de papeletas, efectuados en cuatro colegios electorales del centro de Grozni que suman 6.800 votantes, Aslán Masjádov, ex jefe del Estado Mayor checheno, figuraba destacado con 2.214 sufragios, seguido del guerrillero Shamil Basáiev, con 670 votos, y del actual presidente en funciones, Zelimján Yandarbíev, con 232.Sobre las siete de la tarde hora local (cinco de la tarde en la España peninsular) había votado ya más de la mitad del censo, al menos 240.000 electores. En los colegios electorales, que se abrieron a las siete de la mañana, las colas eran largas, tanto en Grozni como en otras zonas del oeste de la república. Algunos desistían de votar al primer intento y volvían a casa en espera de que las aglomeraciones clarearan. "No había visto colas semejantes desde la época soviética, cuando los comercios ponían a la venta comestibles que eran difíciles de conseguir", exclamaba Tamara, disponiéndose a acudir a su colegio por segunda vez. En vista de la afluencia, la jornada electoral fue prolongada hasta las diez de la noche.

La papeleta repartida por la Comisión Electoral Central contenía los nombres de 16 candidatos, todos hombres, y no tenía en cuenta la retirada de varios de ellos. Mientras en unos colegios ignoraban esta circunstancia, en otros discutían sobre si el número definitivo de aspirantes era de 12, 13 o 14, y si debían advertir a los electores. Para salir vencedor se necesita más de la mitad de los votos emitidos, de lo contrario habrá una segunda vuelta en un plazo de 15 días.

Las divergencias sobre el número de candidatos reflejaban el deficiente estado de las comunicaciones entre la Comisión Electoral Central de Grozni, donde los teléfonos no funcionan, y los 435 colegios, también sin teléfono. La radio aseguraba el enlace entre la Comisión Electoral Central, los observadores de la Organización para la Seguridad y Cooperación en Europa (OSCE) y las 63 comisiones de distrito, donde debían hacerse los recuentos de votos presidenciales.

Irreprochable funcionamiento

Al margen de la confusión, los colegios que esta corresponsal visitó en Grozni y en otras localidades funcionaban de forma irreprochable. Los responsables no dejaban que la gente votara en nombre de sus parientes, una práctica muy extendida en época soviética, y se marcaba con un líquido reflectante la mano derecha de los votantes. En todas partes, los responsables facilitaban a los observadores el acceso a los colegios.En Samashki, escenario de la matanza de unas 130 personas en abril de 1995 y uno de los lugares más castigados por la guerra, el ambiente era de verdadero entusiasmo. Entre los candidatos que se presentaban por esta localidad a uno de los 63 escaños del Parlamento checheno predominaban los militares y los excombatientes independentistas. Sus fotos se exhibían públicamente. Y quienes no tenían las credenciales de Aslambek Lesov, un oficial licenciado en una academia soviética en 1989 y herido dos veces en la guerra ruso-chechena, hacían constar en su presentación que habían organizado mítines o apoyando "el trabajo en la retaguardia".

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A las urnas acudían lo mismo chechenos adinerados, con bellas mujeres enfundadas en caros abrigos de pieles, que humildes agricultores. Algunos se desplazaban en los coches occidentales introducidos sin aranceles en Rusia por el "agujero aduanero" de Bielorrusia; otros en viejos utilitarios soviéticos.

A juzgar por el celo de participantes y organizadores, parecía que las primeras elecciones democráticas de la época postsoviética en Chechenia habían sido asimiladas como una más de las costumbres ancestrales que los chechenos están obligados a respetar como algo sagrado, al nuismo nivel que la hospitalidad o la venganza del ofensor.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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