Liverpool
Bajo la apariencia de pluralidad informativa se dan casi los mismos mensajes adheridos al pensamiento único. En el supermercado de la libertad son muchos los estuches en oferta para un mismo contenido desde la orwelliana, unificada jerarquía de hechos y valores. En Liverpool se ha producido una de las huelgas más reveladoras y silenciadas de la posmodernidad thatcheriana, cuando los obreros portuarios se negaron a ser cómplices de esquirolismo a pesar del pánico social a la fragilidad del mercado de trabajo. Ante este síntoma de que algo se mueve bajo los cascotes de la cultura del movimiento obrero, se produjo el lógico silencio informativo con el que los medios de comunicación libres en la naturaleza libre suelen sofocar los ruidos que estorban -el discurso único. Los empresarios utilizaron el lock out. Los medios informativos, también. Ken Loach, en cambio, filmó un documental sobre el prodigio.La actitud de los dockers ingleses ha significado el resurgir de un cierto internacionalismo solidario movido por los sindicatos escandinavos, canadienses y franceses, e incluso se reunieron los obreros portuarios de Bilbao para estudiar una posible convergencia. Por los mismos días, la protesta de los trabajadores coreanos enseñaba las grietas del modelo asiático, tan glosado por los terminators del capitalismo sin condón, y de las filas neoliberales ya surgen análisis autocríticos sobre las perversas consecuencias de la incontinencia del nuevo capitalismo local y globalizado: imposibilidad de suficientes consumidores y rebeliones sociales incontroladas provocadas por el irreversible crecimiento del paro, la marginalidad y la desidentificación en todo el mundo. Liverpool representa el renacimiento de una cultura de la resistencia frente al círculo vicioso predeterminado entre depredación y beneficencia.
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