Sampras funde el sueño de Moyà
El número uno mundial se anotó su noveno Grand Slam y dominó al español en todos los terrenos
Al final, Carles Moyà acusó la presión. Durante las dos semanas que se mantuvo en Melbourne había demostrado una soltura y una solvencia que le acreditaron como uno de los mejores jugadores mundiales. Pero en la final del Open de Australia el mallorquín, de 20 años, acuso su falta de experiencia en grandes torneos y no pudo evitar que la tensión se apoderara de él en los inicios del partido. Moyà perdió frente a un gran campeón. Pete Sampras, número uno del mundo, le ganó en tres mangas por 6-2, 6-3, 6-3 en 87 minutos. El norteamericano anotó así a su palmarés el noveno título del Grand Slam y deja ya atrás a Jimmy Connors (ocho títulos) y John McEnroe (siete). Sólo los australianos Roy Emerson (12) y Rod Laver (11), el sueco Bjorn Borg (11) y el estadounidense Bill Tilden (10) le superan.Este abierto australiano quedará grabado en la memoria de Moyà como el de su gran explosión a nivel internacional. Nadie podrá discutirle el mérito de haberse convertido en el primer español que alcanza la final desde que Andrés Gimeno -que ayer, afortunadamente, fue recuperado por TVE para comentar el partido- la disputó en 1969. Pero junto a los excelentes recuerdos que ha atesorado durante estas dos semanas, deberá almacenar el mal trago que tuvo que soportar en la final. Carles, ahora ya metido entre los 10 primeros jugadores del mundo, hizo lo que pudo. Pero estuvo mediatizado por un exceso de responsabilidad y por el excelente juego de un Pete Sampras intratable.
Lo más grave del partido fue que el norteamericano dominó a Moyà en todos los terrenos: en el servicio, en la red y también en el fondo. Incluso cuando Carles conseguía establecer un peloteo, acababa perdiendo el punto en la mayoría de ocasiones. "Es el número uno y hoy lo ha demostrado", dijo Moyà buscando respuestas a lo que había ocurrido."En otros partidos tuvo malos momentos, pero ayer no. Cuando le vi ganar a Hrbaty en los octavos de final, supe que en cada encuentro iría a más. Y así fue. Cuando está en este nivel no hay nada que hacer", concluyó el mallorquín.
Perder el control en el juego de fondo fue lo más preocupante para Moyà. Él, como todo e mundo, esperaba que Sampras ganara el encuentro con su saque; Lo imprevisible era que el estadounidense supiera contrarrestar la potencia y la solidez de los golpes de fondo del mallorquín. Y lo cierto es que no sólo hizo eso, sino que acabó dominándole también en este terreno.Fue grave porque convirtió a Moyà en un tenista desvalido. Ni siquiera disponer del servicio le daba ya garantías a Carles, porque aunque metiera el primero no lograba mantener la iniciativa del juego y acababa yendo a remolque, igual que cuando sacaba Sampras.
Esta premisa quedó confirmada después por la estadística: Moyà sólo acertó el 63% de sus primeros servicios y ganó el 58% de los puntos que jugó con él. Son unos porcentajes que quedan muy por debajo de los que logró Sampras: 72% de efectividad y 82% de los puntos ganados. Como consecuencia, Sampras jugó siempre en mejores condiciones y pudo conectar muchos más golpes ganadores que el español (38 a 13).
A grandes rasgos, eso fue lo que marcó el encuentro. Aunque sobre la pista lo que fundamentalmente se valoró fue que mientras que Sampras rompió el saque de Moyà seis veces -siempre que dispuso de bolas de break-, Carles sólo lo consiguió una, en el tercer juego del segundo set, inmediatamente después de haber cedido el suyo. En realidad, Sampras le ofreció a Moyà sólo dos oportunidades: la primera fue la que aprovechó, y la segunda le llegó en el séptimo juego de la misma manga, cuando dispuso de otra bola de ruptura para colocarse con 4-3 y saque.
Ésa se le escapó con un resto de revés que salió fuera por poco. Y con ella se le fue el partido. Hasta el final, Sampras ya no volvió a conceder ni una bola de break. Ganó sus saques con una facilidad exasperante y mantuvo siempre bajo control el partido, sin que el español tuviera la más mínima opción.
Al final, Carlos se sentó en su silla y evidenció cierta desesperación por su indefensión frente al potencial de un Sampras inspirado. Pero da lo mismo quién estuviera ayer enfrente del campeón. Cualquier jugador, aunque su, nombre estuviera escrito en letras de oro, habría sufrido una debacle similar a la de Moyá. Si el número uno está acertado desborda a cualquier rival. Y resulta realmente difícil encontrar escapatorias. Sampras percibió 62 millones de pesetas por su triunfo. Moyá cobró 31.
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