Tietmeyer advierte que el euro no es una panacea
El presidente del banco central alemán, Hans Tietmeyer, afirmó ayer que la moneda única "no será la panacea" de todos los males que aquejan a Europa. El euro, según Tietmeyer, puede jugar un papel muy positivo para la economía europea, pero si su lanzamiento es acompañado por una reforma en profundidad de las leyes fiscales y laborales imperantes en Europa. Sin embargo, Tietmeyer acusó a los gobernantes políticos de lentitud a la hora de introducir las reformas estructurales necesarias para contener la pérdida de competitividad de Europa frente al crecimiento que están experimentando las economías de Asia y Europa del Este. "Nuestras relaciones laborales son demasiado rígidas, debido a las leyes existentes o a la interpretación conservadora que de ellas hacen los tribunales", afirmaba el gobernador del banco central alemán en una entrevista publicada ayer por International Herald Tribune.Además, Tietmeyer reitera la necesidad de que el futuro Banco Central Europeo trabaje con total independencia de los poderes políticos nacionales.
Polémica por el Banco Central
En ese sentido, las autoridades monetarias francesas rechazaron ayer cualquier iniciativa encaminada a limitar la independencia del Banco Central Europeo. Algunos políticos galos, y entre ellos, el ministro de finanzas, Jean Arthuis, habían sugerido la posibilidad de que se creara un consejo integrado por representantes políticos de los países miembros para coordinar las políticas económicas de la Unión Monetaria Europea.En una conferencia de prensa conjunta de los ministros de exteriores de Francia y Alemania, Hervé de Charette y Klaus Kinkel, respectivamente, los responsables políticos se dedicaron a reiterar que la flexibilidad es inevitable y ya está aceptada por todos, informa W. Oppenheimer.
Ese es, en definitiva, el núcleo central del mensaje lanzado ayer al alimón por Francia y Alemania en un intento por liderar las negociaciones de la reforma de Maastricht y, sobre todo, por reforzar la imagen del eje París-Bonn como motor de la construcción europea. Se trata de decidir cómo se aplicará.
Flexibilidad es el concepto que franceses y alemanes quieren introducir en el nuevo tratado. Una opción del gusto de países muy poco euroentusiastas, como el Reino Unido, por lo que entraña de Europa a la carta. Pero los británicos sólo lo admiten si la vía libre a esas acciones de sólo cierto número de Estados se concede por unanimidad.
Las tesis españolas no se alejan demasiado de las británicas, aunque por motivos opuestos: España quiere que se avance, pero teme que algunos países deban asumir las consecuencias derivadas de decisiones ajenas.
De Charette y Kinkel aprovecharon para enmendar la plana al ministro holandés de Economía y reiteraron su voluntad de hacer todo lo posible para que también los países mediterráneos se incorporen al euro.
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