Carlos Sainz marca el ritmo en la primera etapa del Rally de Montecarlo
Carlos Sainz (Ford) empezó de la mejor de las maneras su trayectoria en el campeonato del mundo de rallies 1997. Ayer, en la primera etapa del Rally de Montecarlo, el piloto madrileño marcó el ritmo frente a sus principales enemigos y acabó la jornada liderando la carrera inaugural de la temporada, con tres segundos de ventaja sobre el actual campeón, el finlandés Tommi Makinen (Mitsubishi).Los cinco tramos cronometrados de la etapa se desarrollaron bajo condiciones adversas, que provocaron numerosos errores de conducción. Carlos Sainz no falló y demostró que sus manos siguen siendo de las mejores.
Fue la de ayer una jornada de perros por las carreteras del sudeste francés, aunque los fieles aficionados desafiaron al cielo y acudieron numerosos a su cita con la tradición. Mereció la pena, porque lo que vieron fue pilotaje en estado puro. La lluvia, pertinaz e impertinente, y el estado cambiante de las carreteras convirtieron la carrera en un ejercicio de estrategia, sin que apenas interviniera el poder mecánico de las monturas. Un día para manitas. Y en esas circunstancias, pocos pilotos rivalizan con Sainz. Los que lo intentan acostumbran a pagarlo caro.
Dos favoritos, el escocés Colin McRae (Subaru) y el alemán Armin Schwarz (Ford), se apuntaron ayer a la lista de víctimas ilustres del ritmo impuesto por Sainz. Los dos se salieron de la carretera y perdieron un tiempo precioso -más de dos minutos-, en un rally con diferencias al segundo. Prácticamente eliminados de la lucha por el triunfo estos dos hombres, y también el francés Didier Auriol (Ford) por diversos problemas, la pelea se restringe ya únicamente a Sainz, Makinen y el italiano Piero Liatti (Subaru), la sorpresa de la jornada.
Liatti ganó dos de los cinco tramos del día, más que ningún otro piloto, y terminó tercero a sólo 24 segundos de Sainz, que venció en una sola prueba cronometrada pero fue más regular en las demás. El piloto madrileño hizo valer su experiencia y demostró una vez más su condición de estratega. Cada elección de neumáticos, antes de cada tramo, resultó un acertijo, y Sainz los resolvió mejor que nadie.
Después, una vez en la carretera, las que mandaron fueron las cualidades de Sainz. No cometió ni un fallo de conducción, ni de concentración.
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