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FÚTBOL VIGÉSIMA JORNADA

El árbitro diezmó al Valencia

Cuando un árbitro parece más pendiente de si le miran de reojo con cara de pocos amigos que de velar por el normal desarrollo del juego, el fútbol está amenazado de indefensión. En la reseña del Oviedo-Valencia, casi todo lo mencionable, o al menos lo más importante, tuvo relación directa con Prados García. Lo que hizo el árbitro posiblemente fue en estricta observación del reglamento, pero tal vez también exento de ese factor tan necesario en cualquier juicio como es el sentido común.El Valencia se quedó con diez jugadores a los cuatro minutos de partido, cuando Prados García entendió que Ferreira, al derribar a Toni Belamazán, era el último defensor valencianista y que en la jugada había ocasión manifiesta de gol. En la segunda expulsión, la que dejó al equipo de Valdano con nueve, Karpin se fue a la caseta por algo que le dijo al árbitro. Nada que objetar, dado que incluso Valdano reprendió abiertamente al jugador ruso, si no fuera porque en la última jugada del primer tiempo, Leandro le hizo a Berto una entrada de juzgado de guardia. Fue entonces cuando el sentido de la lógica desapareció, porque Prados García se arrugó. Debió de considerar que el Valencia iba camino de tener la llave de la suspensión del partido si se quedaba con ocho jugadores y cambió el color de la tarjeta enseñando la amarilla.

Obviando el criterio sancionador de Prados García, el partido fue como una sucesión de obstáculos para el Valencia a medida que se iba viendo menguado de efectivos. Fue, sin embargo, el Oviedo el que se puso en evidencia durante muchos minutos. Se habían jugado 18 cuando el escenario era como un campo de rosas para el equipo azul, con un gol y dos jugadores más que su rival. Olía a goleada, pero el Oviedo tardó una eternidad en hacerse con los mandos y hasta permitió que el Valencia se comportara admirablemente frente a la adversidad.

El Valencia cayó por pura lógica cuando la gasolina de su mermado motor se iba agotando. El segundo gol del Oviedo fue una pura cuestión numérica. El tercer gol dio paso a más de 20 minutos de desperdicio.

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