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Tribuna
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La cabeza de Luis Enrique

El público del Bernabéu puso precio a su cabeza. Una catarata de silbidos le acompañó durante unos meses interminables. Y el hombre emigró, harto de verse señalado con el dedo acusador de un respetable que a él no le respetaba. Hoy, en el Barça, no para de demostrar que tiene la cabeza en su sitio. Luis Enrique es, desde ayer, el mejor cabeceador de la Liga española. 0 al menos, el más efectivo. Diez tantos ha marcado y seis llegaron desde las alturas, un hecho que, tratándose de la Liga de las estrellas, tiene su aquél.¡Que juegue Toshack! A veces parece como si fuera un delito hacer un cambio, como si en las plantillas sólo existieran once jugadores, intocables, siempre los mismos. Los futbolistas, por lo general, reaccionan con mal talante cuando son sustituidos. Pero los hay que lo consideran delictivo. Suker, que se sabe de memoria el camino del banquillo, que ya pide por favor que no sea su número el que enseñe el tablón, amenaza con hablar, misterioso él. Quien habló fue Sánchez, del Celta. "Estoy harto de que me cambien", se quejó. Ayer su técnico no le cambió. Le dejó en la grada. La guinda la puso Rivaldo, castigado por Toshack a la media hora de partido, que se quitó la camiseta y se fue con viento fresco a su domicilio, no sin antes airear su indignación: "Que juegue Toshack", declaró.

Empezar con nueve. No lanzó Valdano sus naves contra el árbitro. "No es mi costumbre", dijo el técnico del Valencia, pese a encontrarse con un expulsado, Ferreia, en el minuto cuatro. La celeridad con la que Prados García mostró el cartoncito rojo supone todo un récord en el campeonato. Pero no se detuvo ahí. Porque en el minuto 20 mandó a la ducha a Karpin, acusado por el trencilla de soez en sus protestas. Lo que no hizo Valdano, juicioso él, que se limitó a asegurar que entiende que su equipo pueda acabar un partido con nueve. "Lo que no entiendo", añadió, "es que lo empiece".

Se salvó Floro. Decían las lenguas, las malas y las buenas, que a Floro le quedaba un suspiro. Y acudió a Vallecas a luchar contra el coco de los entrenadores, el Rayo, experto en dejar sin trabajo a aquéllos. La pasada campaña se largaron Valdano del Madrid, Lillo del Salamanca y el propio Floro del Albacete tras caer fulminados por el Rayo. La historia, vestida de franjirrojo, jugaba ayer contra Floro. Que se tomaba las cosas con humor, preguntándole a un consejero del club el nombre de su sutituto. Pero el Sporting ganó en el empapado infierno de Vallecas y Benito respiró. Lo que no sabe, ni él ni nadie, es hasta cuándo.

Alicante, el paraíso del pañuelo. Aniceto Benito no se salva. Cada 15 días acude devoto al Rico Pérez para ver a los suyos y para ver, también, cómo las gradas se pueblan de pañuelos. Contra él, contra su avaricia, dicen. Benito, que junto a De Caldas encabeza la clasificación de presidentes con más paciencia, disfruta del asunto. Y así lo reconoce. "¡Aniceto pesetero!", le gritaron ayer. Como le gritan siempre. El no se inmuta. Y ficha guardametas. Que le gusta. Se trajo a un tal Huard, francés él, y en la grada está. Se trajo después a un tal Rufai, nativo de Nigeria, y en el banquillo está. Quien jugó y salvó ayer al Hércules, fue Marí, natural de Alicante y criado en la cantera del Hércules. Que por lo visto aún existe.

Los 400 triunfos del Sporting. Fue el de ayer un día de efemérides. Pero de todos los que tenían algo que celebrar, el único que sonrió fue el Sporting, que logró su victoria número 400 en Primera. Peor le fue a Eusebio, que disputaba, también, su partido 400. La afición supo felicitarle en tan señalada ocasión. El fútbol, no. Le robó la sonrisa. Porque perdió el Celta contra quien nadie había perdido en casa: el Extremadura. Y qué decir del Compostela. 100 presencias hacían los gallegos en la máxima categoría y un 4-1 que se llevaron de San Sebastián. Cumpleaños infeliz, que se dice.

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