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"Corea, sí; serbia, no"

Ramón Lobo

Miles de estudiantes marcharon por el centro de Belgrado hasta las cinco de la madrugada del domingo. La policía antiditurbios desapareció, de manera inexplicable, a medianoche tras sostener un duelo de cordones con los universitarios. "Tal vez estén cansados, quieran dormir o hayan recibido órdenes. ¡Quién lo puede saber!", dice Vera, una joven de 19 años. Armados de silbatos multicolores, tambores de feria, bocinas futboleras, maracas de Machín y varias botellas de plástico de coca-cola, alegradas sin duda con alguna pócima mágica, los estudiantes recorrieron en libertad las calles de la capital.Al paso de esta procesión divertida, entre chanza y chanza, la gente se asomaba a sus ventanas con otros silbatos, haciendo el signo de la victoria, que aquí, en Serbia, ocupa tres dedos de la mano. Trasnochadores empedernidos, niños y mujeres pelicrespas despertadas por el bullicio, aplaudían a los manifestantes con gritos de "¡Dimisión!, ¡dimisíón!". Otros, encendían y apagaban las luces de sus casas en señal de solidaridad. En la calle, los vehículos bloqueados por la algarabía hacían sonar sus cláxones. Los conductores, con medio cuerpo fuera por las ventanillas, daban gritos de apoyo. "Es increíble", admite Elena, estudiante de Pedagogía. "Mi madre es de la oposición desde hace cinco años, mi padre era pro-Milosevic, pero ha cambiado ahora". Mira, de 20 años, dice que no tiene esa suerte. "Mis padres están a favor de Milosevic, pero aceptan que venga a las marchas".

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El edificio de la televisión oficial está protegido por varios coches de policía con la luz azul encendida. Son los guardianes de la voz del régimen. "No dobro [No bueno]", dice un taxista, señalando al mausoleo herciano. "News of Corea, no of Serbia [Dan noticias de Corea, pero no de Serbia]", dice.

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