"Sin mí, no hay dinero"
A los 22 años fue el campeón del mundo más joven. A los 33, vividos a un galopante ritmo reflejado en sus canas, Gari Kímovich Kaspárov ha perdido amigos, simpatía y una esposa que emigró a EE UU con la hija de ambos; ha ganado poder, experiencia, otra mujer, un hijo y más de mil millones de pesetas (sólo en premios). Dos factores no han variado: la enorme influencia de su madre y la inagotable energía que de ella heredó. Acaba de triunfar en el Supertorneo Mundial de Gran Canaria y ya afronta nuevas conquistas: Internet, América, el ajedrez como espectáculo y ser campeón hasta el año 2000. Según él, los demás deben seguirle: "Sin mí, no hay dinero". Estar con él no es apto para quienes padecen de vértigo. Vive en las alturas y a toda velocidad, rodeado de personas, objetos y comodidades que le ayudan a exprimir cada segundo, como le enseñó su madre. La suite de un hotel de Las Palmas de Gran Canaria en la que recibe a EL PAÍS está muy cerca de las habitaciones que ocupan su ayudante, Yuri Dojoián, siempre dispuesto, y su nuevo apoderado, el estadounidense Owen Williams, de la empresa Masters International, especializada en tenistas y golfistas de élite. Es innecesario que el periodista pregunte: Kaspárov empieza a hablar como un torrente antes de sentarse. Y lo hace sobre su pasión más reciente, computadoras e Internet."Mire, ahora viajo con estas dos computadoras portátiles, muy potentes. Analizo las partidas en una mientras la otra corrige los errores. Es fantástico: tardo 15 minutos en lo que antes invertía un día entero".
Pregunta. ¿Y no corre el riesgo de perder creatividad?
Respuesta. Al contrario. La computadora te enseña disciplina. He ganado en precisión y rapidez de cálculo. Por ejemplo, contra Anand [Viswanathan, 2º del mundo y del torneo] vi que íbamos a terminar en tablas con siete jugadas de antelación, a pesar de que la posición era muy complicada. De esa forma, puedo dedicar más tiempo durante la partida a las ideas estratégicas, a la parte artística del ajedrez, y menos a la ejecución táctica.
P. Internet es idóneo para el ajedrez.
R. Exacto. Gracias a este invento, el escenario de un torneo va a ser un gigantesco estadio donde millones de personas podrán seguir las partidas en directo desde su casa. Es una auténtica revolución.
P. Su duelo de hace diez meses, en Filadelfia, contra el programa Deep Blue, de IBM, fue uno de los acontecimientos deportivos más difundidos.
R. Y la revancha ya está lista, para mayo de 1997 en Nueva York. Debo reconocer que ese bicho me produce un tremendo respeto. Deep Blue es mil veces más potente que estos dos ordenadores que tenemos sobre la mesa.
P. ¿Qué ha pasado con sus numerosas actividades en la política?
R. Las he reducido al mínimo. Quiero ser el número uno hasta el año 2000 para que mi hijo, que entonces tendrá 4 años, disfrute de la gloria de su padre, como ya hace mi hija. Sufrí mucho en el periodo 1992-1995 por el divorcio, mi rebelión contra la FIDE [Federación Internacional] y la creación de la PCA [Asociación Profesional]. Mi juego se resintió pero estoy volviendo a mi mejor nivel. Ahora tengo una vida personal estable y bien organizada.
P. ¿Descarta completamente el fin del cisma?
R. No quiero tener nada que ver con un tipo tan siniestro como Kirsán lliumyínov [el nuevo presidente de la FIDE]. Me pregunto de dónde salen esos millones de dólares que ha invertido alegremente en la FIDE. Anatoli Kárpov es su campeón, pero yo soy el único legítimo porque nunca he perdido un duelo. Pondré en juego mi título contra él en septiembre; esa será mi venganza contra la corrupta FIDE. Seguiré mi propio camino, que pasa por popularizar el ajedrez en EE UU. Y los demás jugadores de élite me seguirán porque sin mí no hay dinero.
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