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Entrevista:

"Se ha puesto a prueba mi resistencia como persona"

Un buen día, harto de la entidad que le pagaba, o más bien de las maneras de su clase dirigente, José Luis Pérez Caminero, de 29 años, llegó a la conclusión de que debía abandonar el Atlético. La decisión, sin embargo, se volvió contra él de forma descarnada cuando alguien lanzó al aire un rumor malintencionado que arañaba cruelmente su intimidad y la de un compañero. No estaba preparado para una cosa así. Y su familia, que sufrió un acoso periodístico de dudoso gusto, tampoco. Caminero lo pasó mal, se planteó incluso colgar las botas, pero finalmente optó por refugiarse en el silencio como válvula de escape. Seis meses después ha decidido romper su mutismo, aunque con muy pocas ganas de mirar atrás y desenterrar el pasaje probablemente más negativo de su vida.

Pregunta. ¿Seis meses de silencio han servido para algo?

Respuesta. Todo sirve. He tenido seis meses de reflexión, de pensamiento y, sobre todo, de tranquilidad. Lo necesitaba.

P. ¿Qué conclusiones ha sacado de esa reflexión?

R. Me ha servido para valorar muchas cosas. Son descubrimientos a los que uno sólo puede llegar en momentos así. He vivido una etapa muy difícil... Se dijeron muchas cosas que pusieron a prueba mi resistencia como persona. He aprendido a valorar la profesión que tengo y las personas que están a mi alrededor. Cuando las cosas no van bien, además sin tener tú mucha culpa, es cuando conoces de verdad quiénes son tus amigos. Me ha servido de mucho. He confirmado muchas amistades, pero he comprobado que también había gente a mi lado que no lo eran. Cuando las cosas van mal, te dejan de lado y se apartan de tí.

P. Se dijeron muchas cosas, sí. Pero, ¿no dejó usted demasiado abierta la puerta a la especulación con una conferencia de prensa, la de Puente Viesgo del verano, demasiado confusa?

R. No creo que fuera confusa. He tenido ocasión de repasarla 200.000 veces, porque la pedí y la he visionado con atención, y no creo que fuera confusa. La gente la interpretó como confusa porque intentó buscarle las vueltas. Aquel día dije que tenía motivos personales que me aconsejaban abandonar el Atlético, pero relacionados con el fútbol. La gente se extralimitó y pensó por otro lado. En ningún momento dije que fuera algo al margen del fútbol.

P. Usted vivió una especie de traición. Había detallado sus motivos a las personas que creía debía hacerlo, la familia Gil y Radomir Antic; se había pactado silencio, pero alguno de sus confidentes hizo públicas sus intenciones y la situación le puso por sorpresa en aquella conferencia de prensa en un momento muy inoportuno, a las puertas de la Eurocopa.

R. Yo siempre fui de cara. Me gusta decir las cosas de frente a las personas que creo debo decirlas. Cuando tomé la decisión, se lo dije a quien tenía que saberlo. Luego el asunto se escapó, porque no dependía sólo de mí, sino también de la entidad. Y el asunto se extralimitó muchísimo. Pero bueno, de las experiencias siempre se aprende.

P. ¿Por qué quería irse? No parecía una decisión precipitada, sino meditada.

R. No hago las cosas a la ligera. Claro que lo medité. Y traté de medir previamente las consecuencia s de mi decisión. Lo evidente es que no acerté en lo que podía pasar. Luego, volví de Inglaterra y tuve una reunión con Jesús Gil, uno de los actos en el Atlético que más satisfecho me han dejado. Eso hizo que cambiara mi decisión.

P. ¿Pero cuáles eran sus motivos para querer irse? ¿Qué ha pasado en el club desde aquella milagrosa reunión para cambiar de idea?

R. Mi decisión tenía que ver con muchas cosas que pasaban, porque ya no pasan, en el club. Yo veía una situación que no me gustaba, que no entendía. Eran motivos que las personas que tenían que saberlo, lo supieron. Ya se ha olvidado todo, el panorama ha cambiado y mi relación con ellos ya es cordial.

P. ¿Su relación con la cúpula del club, o ciertos miembros de esa cúpula, se había deteriorado?

R. Se deterioró porque yo me quería marchar y había gente que no entendía el porqué. Yo tenía mis ideas, pero entiendo que otros quieran defender lo suyo. Entendieron que el Atlético salía perjudicado y también les comprendo.

P. Después se hizo público el rumor que zanjó todo y que no sólo atentaba contra su intimidad sino con la de un compañero. ¿Tiene la sospecha de que aquel rumor partió del propio club?

R. No sé. Si tuviera la mínima sospecha de que aquello salió del club, yo seguiría firme en mi decisión de abandonar el Atlético. Supongo que fue un invento de alguien que dijo 'suelto esto y a ver qué pasa'. El responsable, desde luego, no midió las consecuencias y la repercusión de su mentira.

P. Lo cierto es que aquel rumor consiguió que su intimidad fuera zarandeada.

R. Mi profesión es el fútbol y por ahí se puede decir que soy malo, vago, pésimo, horrible... Todo el mundo tiene derecho a enjuiciar mi labor. Pero mi profesión se acaba cuando salgo del vestuario. Aceptaría incluso que, con pruebas, alguien rebasara esa frontera. Pero decir mentiras, sin indicios siquiera, me parece muy fuerte. No debemos soportarlo. A nadie le gusta que se metan en su intimidad. Hubo mucha gente que se intentó aprovechar de esa situación y no recapacitó en el daño que puede hacer. Se olvidó que además de futbolista soy persona.

P. Y el caso no sólo afectó a su persona, sino a su familia. El acoso sufrido fue brutal, ¿no?

R. Todo el mundo intentó sacar partido. Y persiguió averiguar algo más, pasara por encima de lo que fuera. Si tiene que estar espiándote noche y día, lo hace. Si tiene que seguirte a todos sitios con una cámara durante tus vacaciones, lo hace. Si tiene que llamar a tu familia y acosarla con preguntas de mal gusto, lo hace. Me parece de malas personas, pero cada uno es dueño de sus actos.

P. ¿Qué pasó en esos momentos por su cabeza?

R. Me dolió, sobre todo, que mi familia sufriera y no estuviera tranquila. En esos momentos piensas tantas cosas... Hubo días que pensaba 'esto no merece la pena, lo mejor es dejarlo'. Luego me hicieron recapacitar, pero entendía que la mejor forma de que se nos dejara en paz de una puñetera vez era abandonando el fútbol. El aguante de la persona tiene un límite. Te planteas contratar gente para que averigüen de dónde ha salido todo esto, abogados que lleven el asunto a los tribunales... Pero también dicen que si remueves las cosas, tienes algo que ocultar o que guardar. Al final, pensé que lo mejor era dejar pasar el tiempo y olvidarlo.

P. Sí, pero también se dice que el que calla, otorga.

R. No sé. Tarde o temprano se va a averiguar de dónde salió todo y será el momento de actuar.

P. Se puede interpretar que el club compró su silencio con dinero. Había muchas cosas que reprochar, sus deseos de fuga no eran improvisados, y, sin embargo, usted no sólo aceptó quedarse en el Atlético sino que renovó.

R. Me tomé un tiempo y al ver que las cosas habían cambiado, que el Atlético volvía a ser el equipo que era, hicimos efectiva la temporada adicional opcional que figuraba en mi contrato.

P. La evidencia de que el asunto le afectó y le sumió en una especie de depresión es que sus propios compañeros le convocaron para decirle algo así como que había que levantar el ánimo.

R. Se juntó también que nada más empezar la temporada me vi metido en una rueda de lesiones. No encontraba el ritmo para jugar. Y estaba triste, porque jugar al fútbol era la mejor válvula de escape. Los compañeros se preocuparon por mis problemas e intentaron levantarme el ánimo. La verdad que fue un gesto de agradecer.

P. ¿El tiempo lo borra todo?

R. Si no todo, parte. Yo por lo menos vivo del presente y el futuro. El pasado no lo puedes cambiar. Lo mejor es vivir alegre y tranquilo el día a día. Si yo estoy bien con mi familia y con mis amigos me da igual lo que puedan decir en otros sitios.

P. ¿Caminero, el futbolista, va a tener secuelas del calvario vivido?

R. No. Y la prueba son mis números desde que arranqué tras mi última lesión. He jugado bien, he marcado goles y el equipo no ha perdido conmigo. Voy a seguir siendo el Caminero de siempre.

P. El caso es que el puesto de honor que tenía entre los sentimientos del colchonerismo, usted lo ha perdido.

R. Es normal. Pero en cuanto vean que sigo aquí con ganas y que lo doy todo, los aficionados volverán a identificarse conmigo. Si no entendieron mi postura, aunque no vuelvan a estar tan identificados, al menos reconocerán el trabajo que hago. Pero, por lo general, todos los aficionados que se me acercan me hacen ver que están conmigo. El colchonerismo ya tiene olvidado el follón del verano.

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