Mejor cuanto más fuerte
Los desastres metereológicos y los accidentes reales alcanzan su máxima audiencia en la televisión de EE UU
Un joven desnudo cae desde lo alto de un edificio en llamas, golpeándose como un muñeco inerte contra las protuberancias de la fachada y chocando finalmente sobre el asfalto. Un perro rottweiler tritura el brazo de una mujer que llora desesperadamente pidiendo ayuda en vano al individuo que está grabando la escena. Millones de espectadores de EE UU disfrutan cada vez más con imágenes de violencia real como las descritas.Ilustrando a la perfección el mensaje de Alejandro Amenábar en su película Tesis, las televisiones de EE UU, que descubrieron hace años la mina de oro de los reality shows y los accidentes captados en vídeo doméstico, están apostando ahora más que nunca por este tipo de programación al límite del snuff, término que se podría traducir como filmaciones de violencia real.
El espacio de más éxito en la televisión sindicada de EE UU (programas que se distribuyen a cientos de emisoras locales) es uno nuevo titulado Real TV, y su nombre lo dice todo. Se trata de una colección de vídeos con escenas, por ejemplo, de gente que se tira desde un avión y no se les abre el paracaídas o de cuerdas de puenting defectuosas.
Juega, además, Real TV con la curiosidad del espectador por los casos más retorcidos e inauditos, como un episodio en que un oso se sube a un poste eléctrico y se electrocuta con un cable, desplomándose al suelo desde una altura de 20 metros.
Acercarse a la peligrosa realidad es más excitante que cualquier drama ensayado, y aunque series como Urgencias tratan de salpicar de sangre al espectador poniéndole en medio de la caótica acción, no hay nada como presenciar situaciones traumáticas de verdad.
Una medida de la importancia que ha cobrado este tipo de espacios en EE UU la dio la cadena Fox el pasado mes de noviembre, durante las semanas en que se miden las audiencias de televisión para determinar los precios de la publicidad. En estas semanas clave, la Fox programó los especiales titulados Cuando atacan los animales y Cuando golpea el desastre, que fueron criticados por el resto de las cadenas como auténtica pornografía.
Ambos programas vendieron como entretenimiento docenas de imágenes de descontrol, violencia, sufrimiento y muerte, en pleno horario de prime time, logrando extraordinarios índices de audiencia. El hecho de que la mayoría de estas escenas estén captadas en vídeo doméstico proporciona además una sensación de brutal naturalidad.
Hay distintas variedades en este género televisivo. La de violencia entre animales o ataques de bestias salvajes sobre seres humanos es una de las más lucrativas. Los desastres naturales y la destrucción a causa de inclemencias meteorológicas son también muy populares, y en EE UU despiertan un interés informativo de primer orden. Además, de los accidentes de circulación o deportivos, el otro gran capítulo es el de las cámaras de seguridad en tiendas y grandes almacenes que captan atracos, tiroteos y diversos enfrentamientos entre ladrones y dependientes.
El auténtico poder de estos programas reside en que su producción es realmente barata: se sustituyen los efectos especiales con el daño real, y al equipo técnico, por el videoaficionado que esté de paso. Además, las cadenas saben que la urgencia de este tipo de imágenes es un antídoto contra el temido zapeo.
El género ha encontrado también un lugar fijo en muchos telediarios a escala nacional, aportando una nota de color entre la información política. Éste fue e caso, hace pocos días, de la persecución y abatimiento a tiros de un rinoceronte escapado de un zoo por las calles de un pueblo.
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