Raúl saca de un apuro al Madrid
El equipo blanco jugó mal, pero resolvió con su acostumbrada productividad ante un Athletic que tampoco brilló
Raúl, que pasaba por allí, sacó de un apuro al Madrid, que resolvió su duelo con el Athletic con su acostumbrada productividad y con el fútbol pequeño que le caracteriza. Jugó mal y pasó dificultades frente a un equipo que tampoco realizó nada grandioso, pero que tuvo al Madrid a tiro. A última hora, el principal problema del Athletic fue, la apatía de Guerrero, que no se personó en el partido, aunque hubo un jugador rubio, con el ocho a la espalda y con el brazalete de capitán. Por lo visto fue un sosias de Julen.La noche invitaba a un partido épico, de empuje y poderío, un partido a la antigua, porque así se supone que lo pide la nieve, el frío y el carácter de dos equipos que. vienen de lejos, de una historia que ha producido grandes mitos y buenas historias para el fútbol. Esta también prometía El Madrid con su equipo galáctico, estrellas de aquí y de allá que le han llevado a la cabeza de la clasificación. El Athletic con la gente de casa y el orgullo recuperado después de una temporada enfermiza. Los estilos también merecían discusión. La propuesta de Capello ha variado el tradicional orden de valores del Madrid, empeñado en sacar rendimiento de la presión defensiva, de un juego directo y de los incontables recursos de sus delanteros.- El Athletic venía previsiblemente con una mejoría en el trato del balón y con el espíritu aguerrido que pretende su entrenador.
Pero el encuentro salió un punto por debajo de lo esperado en intensidad y finura. Si alguno estuvo en su mejor papel fue el Athletic, que tuvo una actuación meritoria en un estadio donde ha sucumbido demasiadas veces en los últimos anos y con demasiado estrépito. Sin grandes alardes, pero con un juego coherente, se mantuvo firme en el partido y produjo algunas ocasiones notables, especialmente en el primer tiempo, conseguidas en buena parte por el desajuste de la defensa del Madrid. Secretario volvió a levantar preguntas sobre los motivos de su contratación. Defendió mal, nunca se estiró por, su lado y cometió varios desperfectos en el pase. Para abrir más la herida ante la afición, que no traga al lateral portugués, Capello le retiró antes del descanso.
El Madrid tuvo dificultades para resolver la ecuación que le propuso el Athletic. A los madridistas les resulta más sencillo proyectarse desde el contragolpe. Le vienen de perillas los equipos que se deciden a jugar interpares, es decir, sin atender al prestigio del Madrid, de su campo y de sus jugadores. Los mejores partidos del Madrid han sido frente a los equipos generosos, quizá ingenuos, que decidieron ir al frente en el Bernabéu. Ante aquellos que se echaron a las barricadas -Logroñés y Tenerife-, los madridistas se produjeron con muchísimas dificultades. El Athletic realizó una oferta mixta: jugó con la cautela suficiente, pero no desdeñó la pelota y sus consecuencias. Su autoridad fue manifiesta en el centro del campo, donde Alkiza y Urrutia se manejaron con mucha propiedad. En cambio, Guerrero pasó desapercibido y sufrió un grave daño en su prestigio. Su inactividad fue descorazonadora. Apenas un tiro libre que sacó Illgner con estilo y reflejos. Luego se fue a hibernar.
Los problemas del Madrid pasaban por la infrautilización de la pelota en el medio. Ningún sacó nota en el partido, al menos hasta que el Madrid marcó y eso ocurrió a la hora de partido, cuando la hinchada comenzaba a desesperar. Eso la hinchada, porque hubo otros imbéciles que perturbaron el curso del partido con bolazos de nieve y gritos inadmisibles. La solución más común del Madrid -la búsqueda de Mijatovic y Suker- se hizo muy difícil porque no hubo abastecedor posible. Todo quedó sujeto a los poderosos remates de Roberto Carlos, uno que golpeó el palo y otro que tumbó a Valencia. Fuera de eso, el Madrid fue poca cosa. Pero, en términos de productividad, el equipo tiene un arsenal considerable. En el más discreto de los partidos, y éste fue uno de ellos, el Madrid tiene hilo directo con el gol. Vamos, que tiene a Suker, Mijatovic y Raúl. A eso se llama jugar con ventaja.
El gol nació de la nada. De un saque de banda. Pero el saque fue a Suker que, inventó un poco, y de Suker a Mijatovic, que inventó otro poco en su giro en el área y en el remate. El resto de la jugada fue hijo de la fortuna. La pelota salió desviada por un defensa, golpeó de mala manera en el cuerpo del portero y quedó suelta por el área. Y por allí pasaba Raúl, como siempre. O sea, que quizá el gol no tuvo que ver tanto con la fortuna.
Allí se encontró el Madrid con el partido que quería. De nuevo con la posibilidad de especular, de sacar rendimiento al contragolpe y a la ansiedad de los adversarios. Pero también volvieron los signos que denotan la tesis de Capello. Se fue Suker, apenas se jugaron los últimos minutos, con el equipo bilardeando -cada saque de banda se convertía en una empresa eterna- y con el máximo interés por cerrar el partido sin demasiada grandeza. Naturalmente hubo un par de contras y una jugada excepcional de Mijatovic, y hasta hubo algún olé en las gradas. Es que la gente cada vez se conforma con menos.
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