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SE DESPIDE EL MÁS GRANDE

Tres meses de silencio

Amores y desamores en la toma de decisión de Miguel Induráin

Carlos Arribas

Hay una historia grosera y otra pulcra. La cosa podría ser así: Induráin piensa en diciembre de 1995 que, si todo va como ha ido siempre, en 1996 cerrará el círculo de su palmarés. Ganará el sexto Tour y ya no encontrará más alicientes en seguir sufriendo sobre una bicicleta. La temporada marcha muy bien -victorias en la Vuelta a Asturias, la Bicicleta Vasca, la Dauphiné Libéré- y los planes, inmutables, hasta que llega la derrota en el Tour. Allí se produce un punto de fricción con sus directores.Echávarri y Unzúe le piden que descanse para afrontar con fuerzas la Vuelta a España y cierre el año con el Mundial. Induráin, sin embargo, fuerza la situación y decide acudir a Atlanta. La medalla de oro en la contrarreloj olímpica colma a Induráin. Al regreso, comunica a sus directores que se retira a finales de temporada. Pero su equipo, sabiendo que era la última oportunidad para correr la Vuelta, le fuerza a participar. Es el segundo punto de fricción, el más fuerte.

Induráin públicamente anuncia que corre la Vuelta contra su voluntad y se muestra abierto a ofertas de otros equipos. La ONCE comienza a tirarle los tejos. Orgulloso, Induráin deja de considerar los consejos de la gente del Banesto y comienza a andar por libre. Cambia de entorno. Son ahora su médico y amigo, Sabino Padilla, y su mujer, Marisa, las únicas personas en que confía. Enfermo, se retira de la Vuelta. Allí comienzan sus famosos tres meses de silencio. Emancipado y enrabietado y apoyado por su esposa, que quiere que siga, y Padilla, que le convence de que tiene otro Tour en sus piernas, Induráin decide, también por educación, hacer caso de la llamada de la ONCE.

Aparecen la historia grosera y la historia pulcra. La vulgar dice que, tentando a Induráin, la ONCE sólo pretende hacer daño al Banesto, su enemigo jurado en a carretera. "Dejad que la ONCE le toque, ya verán como se ríe Induráin de su oferta. En realidad, no tienen ningún interés en ficharle", dicen, confiados, en Banesto. Pero la cosa sigue.

Los dos últimos meses, según un familiar cercano de Induráin, son de comunicación con la ONCE, que lo máximo que llega ofrecer es un tercio de la cantidad que Induráin ganaba en el Banesto (600 millones netos). Llega, siempre según el familiar, un momento en que Induráin se siente insultado, infravalorado e instrumentado por la ONCE. Entonces, aunque cree que aún puede ganar el sexto Tour, decide retirarse. La ONCE siente que Induráin les ha engañado dejándose querer para luego nada.

La historia más limpia dice que llegado su abandono de la Vuelta, Induráin decide convocar al mundo para que le convenza de que debe seguir pedaleando y las razones que le ha ofrecido no le han convencido. Después del Tour del 96, dice esta versión, Induráin es un hombre que duda. Quiere ganar el sexto Tour, pero no sabe si será capaz. Espera que le lleguen argumentos a favor y sensaciones buenas, pero nada. Mira para atrás y ve la cantidad de sacrificios que le han costado sus otras victorias, y mira para adelante y se encuentra sin ánimo y cansado. Y prefiere retirarse con la duda antes que seguir un año más y hacerlo con la certidumbre del fracaso.

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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