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Un hombre

Autobiografia sin retoques no es sólo el mejor libro que se publicó en España el año pasado, sino que es un punto de inflexión en el género. Ahora va a ser más difícil continuar escribiendo esas . memorias de papel de fumar a que nos tiene acostumbrado, el censo hispano. Es tan ejemplar y conmocionante el despliegue del yo que incluye que muchos sólo han podido reaccionar diciendo que el señor Pardo se castiga así para poder castigar mejor a los otros. Con la misma perspicacia podrían haber invertido los términos de la proposición, y tan felices. Cualquier cosa antes que reconocer la rareza deslumbrante: he aquí un hombre que trata de decir la verdad. Con todo, el libro corre un riesgo: que el eco lo convierta en una historia de alcohol y burdeles o de ripios incorrectos y graciosos (ahí va uno, de actualidad: "Ayer pesaron los versos/ de José García Nieto/ veinte kilos peso bruto / cuatro kilos peso neto": cito de memoria y las cantidades son aproximadas). Se trata de un riesgo que puede arrastrar hacia el olvido algo esencial: la descripción singular que Pardo hace del franquismo. Al margen de la apología facciosa o de la negra noche negra, el autor se encara con el franquismo hombre por hombre. Era su obligación: para la literatura el pasado no debe ser nunca un sistema. El método permite descubrimientos interesantes. Por ejemplo, el funcionamiento de la diplomacia española en Londres. Otro le hubiera endilgado el pronto de corrupta. Pardo va más despacio: cuenta cómo los diplomáticos, en efecto, trataban de convencer a los diputados para que no presentaran mociones contra el régimen. En apoyo de sus argumentos les ofrecían chalecitos en la Costa del Sol. Luego Pardo cuenta cómo algunos demócratas ingleses aceptaban. El lector, en esos momentos, cae en el desasosiego. El desasosiego del método hombre por hombre.

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