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La prensa francesa, en pie de guerra

Temor a las presiones de un Gobierno al que se pide más ayuda

Enric González

La prensa francesa está en pie de guerra contra el Gobierno. Los editores parisinos de periódicos han escrito al primer ministro, Alain Juppé, para preguntarle si quiere o no preservar "una prensa diaria independiente y pluralista". El presidente de la asociación de periódicos regionales habla de "acumulación de medidas contra la prensa escrita". Los periodistas realizaron ayer su cuarta huelga en dos meses.

Y sin embargo, en 1996, el Gobierno francés ha ayudado a la prensa con 2.746 millones de francos (68.650 millones de pesetas) entre subvenciones directas y, sobre todo, indirectas. Le Monde publicó la semana pasada, con honores de primera página, un largo artículo titulado El divorcio entre la prensa y el poder. En ese texto se hacían dos afirmaciones aparentemente contradictorias. La primera: "El régimen de ayudas [públicas] hace a la prensa dependiente del Estado, lo que la fragiliza". La segunda: "En Francia ( ... ) a menudo se desconfía más del poder económico que del político". Esa contradicción entre la voluntad de independencia respecto a los poderes públicos y la desconfianza respecto a los poderes económicos constituye la base de los problemas de la prensa escrita francesa: ningún periódico de información general es rentable y todos necesitan, por tanto, de un dinero público que suele llegar inevitablemente acompañado de "recomendaciones" del gobierno de turno.

La presidencia de Jacques Chirac ha supuesto, en opinión de los editores de prensa, un fuerte aumento de las "recomendaciones" o "presiones". La descapitalización de las empresas periodísticas ha hecho que la disminución de la publicidad y el aumento en el precio del papel (40% en 1995) hayan sido casi insoportables para el sector.

Paralelamente, la reforma fiscal emprendida por el primer ministro, Alain Juppé, supondrá la supresión paulatina de las ventajas de los periodistas en materia de impuestos (30% de exención sobre la cuota líquida del IRPF) y representará un duro golpe para un salario medio anormalmente bajo: 12.000 francos brutos (300.000 pesetas) mensuales, por trece pagas anuales.

Se trata de un brutal choque con la realidad económica, que impone al sector algún tipo de reconversión. Lo que temen los editores y los periodistas franceses es una invasión de los grandes grupos internacionales y la desaparición de cabeceras históricas. Y ante eso, exigen más ayudas del poder político. "El Gobierno debe acompañar esa mutación de la prensa y defender esa independencia [frente a los grandes grupos de comunicación], incluso si considera que esa independencia se ejerce a sus expensas", decía el comentario citado de Le Monde.

El aumento del 8% en las ayudas directas a la prensa para el próximo año, anunciado el pasado fin de semana, es considerado insuficiente por los editores, ya que las ayudas indirectas (desde un IVA mínimo hasta precios especiales en los ferrocarriles, tarifas telefónicas especiales y suscripciones a la agencia France Presse) bajarán casi en la misma medida.

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