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Morir para vivir

Lope Lebrato, de 18 años, un estudiante de tercero de automoción en Vicálvaro que arbitra partidos de fútbol sala en sus ratos perdidos, respira desde el pasado mes de octubre con los pulmones del ciclista del MX Onda José Antonio Espinosa. Los órganos del corredor, fallecido en un accidente durante una prueba ciclista en Fuenlabrada, salvaron la vida del joven, aquejado de una enfermedad terminal: fibrosis quística.

El pasado 14 de noviembre, Lope abandonó el hospital Puerta de Hierro. "No siento ninguna sensación nueva en mi interior", dice Lope. "Ahora respiro mejor, no me canso nada y puedo forzarme, aunque no practicar deportes con golpes". Cada semana, Lope acude de nuevo al hospital para que los médicos comprueben su evolución.

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Aunque Lope sabe que los trasplantados nunca conocen el nombre del donante, asegura: "Creo que es mejor si lo sabes para darles las gracias y estar a su lado".

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