El triunfo de la presión
El Leganés cae, ahogado por el Éibar
Disparar una vez entre los dos palos y marcar dos goles. Parece imposible, cosa de brujas o magos, pero ocurrió ayer en Leganés. El Éibar chutó una sola vez a puerta a lo largo del primer acto, eso sí, chutó de maravilla. Fue una vaselina con la que Olano sorprendió a Unanua y con la que anotó el segundo tanto para su equipo. El primero llegó fruto de la mala suerte: un pase frustrado en el área pepinera, Manu que empuja el balón hacia su propia portería... Había transcurrido un minuto de juego. Si al Éibar se le dan dos goles de ventaja, se acabó.
El de ayer fue el triunfo de la presión. No hay equipo que la ejerza mejor en Segunda que el Éibar. Cuando los de Periko Alonsó se deciden a estrangular a un rival, lo consiguen. La maquinaria está engrasada, los jugadores conocen el mecanismo y a la víctima sólo le queda el recurso del pataleo.
En los, primeros compases del juego se pudo entrever que los jugadores del Éibar tienen calidad. Pero en cuanto cobran alguna ventaja, el míster llama a su tropa a defender y se acabaron las florituras. Fue lo, que sucedió en la segunda mitad. El Éibar se entregó a la presión y el Lega no pudo abrir hueco. Hubo dos minutos de ensueño, los que mediaron entre el gol de Miguel Ángel, de penalti, y el remate de cabeza de Gorka, peligroso. Pero sólo fueron dos minutos.
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