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Francia recupera la normalidad y evalúa los costes de la huelga

Enric González

Francia volvió ayer a la normalidad. Aunque muchas gasolineras seguían desabastecidas y se calculaba que la distribución de combustible no estaría asegurada hasta el próximo miércoles, las carreteras estaban casi completamente despejadas. Sólo algunos conductores irreductibles mantenían bloqueos simbólicos en torno al gran centro de distribución parisino de Rungis y algunos depósitos de gasolina de la región de Burdeos.Era el momento de empezar a calcular el coste económico de una huelga que paralizó parcialmente algunas regiones francesas, que bloqueó buena parte del transporte por carretera europeo y por la que, desde España, Reino Unido y otros países, se exigen ahora indemnizaciones. El comisario europeo Marcelino Oreja declaró ayer a Europa Press que considera necesario "recurrir ante las autoridades francesas para ver cómo pueden reparar a los damnificados". El embajador de Francia en España, Patrick Leclercq, dijo por su parte que su país debe estudiar indemnizaciones para las empresas españolas.

Los 12 días de huelga han concluido con un claro sentimiento de triunfo por parte de los camioneros, aunque el acuerdo alcanzado entre sindicatos y empresarios presente puntos oscuros: Jehan de Mame, dirigente del grupo negociador de la patronal, considera por ejemplo que la prima extraordinaria de 3.000 francos (70.000 pesetas) a pagar en los próximos tres meses no es más que "una simple recomendación".

Victoria de los camioneros

La victoria cantada por los camioneros frente a empresarios (condiciones de trabajo) y Gobierno (jubilaciones a los 55 años) abre interrogantes sobre la capacidad de Francia para adaptarse a la liberalización propugnada por la UE y prácticamente todos los gobernantes europeos, entre ellos el propio presidente Jacques Chirac.Los sindicatos consideran que el conflicto de los camioneros supone, en palabras del dirigente de la CGT Alain Renault, "un principio de re-reglamentación" en la profesión. Desde el principio, los huelguistas han señalado como uno de sus grandes problemas el dumping social realizado desde otros países europeos con sueldos más bajos y condiciones de trabajo aún más duras que las de Francia. Frente a esta competencia, las empresas francesas del transporte por carretera, en general muy pequeñas, poco rentables y lastradas por el carburante más caro del continente, han tenido que optar por la precarización del empleo y bajos salarios.

La exigencia de reglamentación rígida y ventajas sociales planteada, y ganada, por los camioneros, es igualmente atractiva para otros sectores. La jubilación a los 55 años resulta tentadora para muchos trabajadores franceses y podría favorecer un incremento de la conflictividad.

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