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FÚTBOL: DECIMOQUINTA JORNADA

Valdano imprime su estilo

El Valencia se impone al Celta en un partido irregular

Con cierta elegancia en la primera parte, y con ciertos apuros en la segunda, el Valencia consiguió derribar a un Celta acomodado. Sin duda, Valdano impuso su sello, pero advirtió a un tiempo que su trabajo será arduo y trabajoso. La plantilla no está para echar cohetes. Con todo, el técnico hispano-argentino propició el despertar de algunos jugadores imprescindibles (sobre todo Karpin, que. cuajó su mejor partido desde que llegó a Valencia) y dejó constancia de sus intenciones. En cuanto al Celta, dio la impresión de que se quedó siempre a medio camino. Si se revisa el cartel de futbolistas que presenta, se debe esperar mucho más de este equipo.Puesto que cada equipo se parece a su entrenador (Valdano dixit), efectivamente, en breves instantes se vio que el nuevo Valencia era más aliñado, más pulcro en el manejo del cuero y más elegante, en suma. Ahora bien, la metamorfosis no se debía tan sólo a las nuevas posiciones que ocupaban los jugadores, sino a la predisposición de los mismos: a Karpin, Valdano le quitó el precio y el ruso volvió a ser el que era -un media punta de recorrido y contundencia-; a José Ignacio le. dio todos los galones en el centro de la medular y el chico se aplicó a la tarea de distribuir con criterio; y a Claudio López le devolvió el mote argentino, Piojo, y éste se comportó como tal sobre el Celta.

De manera que, transcurrida media hora de juego, el Celta, con una alineación cuajada de notables peloteros, se refugiaba en la buena percha de su portero, que realizó paradas de gran mérito. El equipo vigués, sin embargo, reaccionó en el último tramo del primer acto. Justo en ' el momento en el que su técnico, Fernando Castro Santos, dio entrada a Alejo para que Chemo Del Solar (viejo conocido de Valdano) abandonara la madriguera y cogiera la manija céltica. Fue entonces cuando apareció por primera vez la habilidad de Mostovoi y el regate seco de Revivo, que dislocó la cintura de Romero. De tal modo que la hinchada, satisfecha por la notable mejora de su equipo, frunció el entrecejo en espera de una segunda parte más equilibrada. Lo fue. Sobre todo porque el Valencia, pese al cambio anímico, sigue corto de clase y efectivos, y porque, en realidad, hombre por hombre, las cosas estaban realmente igualadas. Y así, Valdano rascó en el banquillo y allí echó mano de Gálvez y de Fernando, que arrastró problemas en un tobillo.

El partido estaba en un hilo y Valdano no pudo por más tiempo seguirlo desde el banquillo. Se plantó junto al banco y desde allí trató de insuflar los últimos ánimos. Con el transcurso del encuentro, el Valencia fue perdiendo todo el aliño, fue pareciéndose cada vez más al que era hace una semana y menos al que pergeñó Valdano.

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