Trepa el Atlético
Los rojiblancos siguen su escalada con una angustiosa victoria frente al Racing
En su camino hacia la cima el Atlético pasó ayer una mala tarde. Trenzó un juego muy borroso y rescató tres puntos vitales para su cruzada particular. Pero no hubo otro premio para la hinchada. Porque en el Calderón no hubo de nada, salvo mucho frío, fútbol indigesto y angustia colchonera. Mucha angustia, porque el Atlético, tan espeso toda la jornada, cerró el encuentro con miles de gargantas exigiendo un pitido arbitral que congelara los tres puntos y Ton¡ salvando una pelota bajo el techo de Molina. El Racing, que irrumpió en el partido como un equipo atrincherado, terminó altivo, arrinconando al campeón. Cierto que el Atlético se estrelló dos veces contra los postes de Ceballos, pero su juego fue descorazonador. El equipo no tuvo la fogosidad de otras tardes. Y, cosa extraña en el Atlético, exhibió cierta melancolía. Un defecto subsanable en otros conjuntos, pero extraordinariamente nocivo para los rojiblancos. Sin el pálpito suficiente, y Kiko y Caminero más espesos que de costumbre, el Atlético se retuerce.Ayer lo hizo frente a un equipo difícil de masticar. Lo decía su hoja de presentación: el Racing llevaba nueve partidos sin perder. Pero en su regreso al Calderón Marcos Alonso hizo una discutible declaración de intenciones. Encogido por el escenario que le lanzó en su día al escaparate nacional, el técnico cántabro se inclinó por un equipo irritantemente defensivo. El Racing siempre juega con tres centrales y dos laterales largos, pero en Madrid fortificó aún más su dibujo: el mismo diseño, pero con un central de los de toda la vida (Merino) en el lateral derecho. Un tipo grandote, coriáceo y poco más. Por si cinco defensas no fueran suficientes para medirse al bicampeón, Marcos echó mano de Sánchez Jara, un futbolista sin rango alguno, para el medio campo. Así perfilado, el Racing se mostró muy pobre en el manejo de la pelota.
Y el fútbol no siempre redime: amontonado en defensa, el Racing se fue del partido por una sucesión de fallos defensivos. Ironías de la vida. Una pelota mal defendida por Javi López y Sánchez Jara en el costado derecho del ataque rojiblanco permitió un centro sobre el punto de penalti. Allí se elevó Ceballos, que estorbado por tanta tropa a su alrededor metió mal el puño. La pelota quedó dormida a un palmo del punto de penalti, por donde pasaba Esnáider. Y entre tanta muchedumbre defensiva, el nueve rojiblanco marcó a puerta vacía.
El gol engrasó al Atlético, que nada había hecho hasta entonces. Y poco hizo después, desde luego. Casi sin querer se topó con un partido de cara. Los de Antic habían amanecido en el Calderón sin chispa. Un poco desganados, incluso. Y ya se sabe lo que ocurre cuando los de Antic no exponen algún gen de más. Sin electricidad resulta un conjunto muy parsimonioso.
Con Bejbl en el ombligo del campo, al Atlético le faltó criterio para resolver una jornada tan engorrosa. El checo desparramó sudor y descosió más de un ataque cántabro. Pero su sinfonía con la pelota es otra cosa. Tiene problemas en el juego corto y en el largo, y todo el equipo echó de menos a Vizcaíno. Con Bejbl atascado y Aguilera muy precipitado por su carril -su obsesión por conducir la pelota pegada al pie encrespa a sus compañeros y a la grada-, el Atlético se cegó en ataque. Con Pantic difuminado, sólo Kiko fue capaz de rescatar a su equipo, pero de forma muy esporádica. Dejó un amplio repertorio de túneles, taquitos y otras suertes hermosas del fútbol, pero ni él ni el equipo supieron explotar su arte.
Después de unos momentos salvables de Kiko y Caminero, el Racing, que ya había asustado a Molina con un cabezado de Bestchastnykh, se fue colando en el partido. Marcos se destapó y fue suprimiendo defensas. Con la entrada de Álvaro y Zalazar, los cántabros encontraron la pelota y su juego más vertical amenazó al Atlético muchos minutos. Jaime, Merino y Correa estuvieron cerca del empate.
Los rojiblancos, visto que la cosa se ponía fea y conscientes de su mala tarde, intentaron sosegar el partido. Quisieron administrar el marcador y estuvieron a punto de sufrir un frenazo en su escalada en la Liga. Antic tuvo que echar mano de todo el acorazado: López en el lateral, Roberto en el carril derecho y Vizcaíno acompañando a Bejbl en la destrucción. El Atlético acabó panza arriba. Pero son tiempos para sumar. Y al campeón ya le salen mejor las cuentas. Hasta en las tardes más insoportables de la temporada. Algo que en el fútbol suele ser buen síntoma.
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