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La oposición serbia boicotea la tercera jornada electoral impuesta por Milosevic

Decenas de miles de personas salieron a las calles de Belgrado, por noveno día consecutivo, para pedir el boicoteo de la tercera vuelta de las elecciones municipales, que la oposición a Slobodan Milosevic considera "una farsa". La nueva marcha se produjo pese a la prohibición de reuniones públicas en día de votación.

La impresión a media tarde era que los serbios acudían con cuentagotas a los colegios electorales, después de la anulación por el poder de los comicios locales del día 17, en los que la oposición arrebató numerosas ciudades a los ex comunistas de Milosevic.Los manifestantes, a cuya cabeza figuraban líderes de la coalición opositora Unidos, se dirigieron hacia el Parlamento, la sede de la televisión y el diario gubernamental Politika, exponentes del control de la vida pública por el Partido Socialista gobernante. Hubo numerosas roturas de ventanas. La policía paramilitar serbia impedía el acceso al barrio donde tiene su casa Milosevic.

Alegando irregularidades en la segunda vuelta, la comisión electoral ha reducido desde 60 a 27 los escaños opositores en el Ayuntamiento de Belgrado. Los propios funcionarios gubernamentales admitieron en su día la victoria en la capital de los adversarios del presidente Milosevic.

Zoran Djindjic, uno de los líderes opositores, acusó ayer al poder de querer legitimar el, fraude, y añadió que las manifestaciones expresan el deseo popular de reformas democráticas, como las del resto de Europa oriental. "Estamos disolviendo el hielo formado en Serbia durante los últimos 50 años", dijo Djindjic. La oposición instó ayer a Milosevic a dimitir. "Hasta ayer", clamó ante los manifestantes Vuk Draskovic, uno de los líderes de la oposición, "luchábamos por que se respetase nuestro triunfo en las elecciones. Ahora nuestro objetivo es la dimisión de Slobodan Milosevic".

Las protestas tocaron ayer de nuevo la vecina Zagreb, donde el enfermo presidente Franjo Tudjman afronta un abierto desafio a su régimen autoritario. Tras una manifestación masiva la semana pasada contra la censura gubernamental, y después de la protesta de los pensionistas, miles de funcionarios pidieron en la capital croata mayores salarios. También en Zagreb, hace un año, la oposición arrebató al partido gobernante la alcaldía, pero Tudjman no ha permitido el relevo democrático.

Ambos caudillos balcánicos, Milosevic y Tudjman, claves los dos en la desintegración de Yugoslavia y la guerra de Bosnia, han acabado adoptando la misma estrategia electoral: negar a los vencedores su triunfo.

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