"El santoral es un compendio de virtudes a imitar por los ediles"
Luis Carandell (Barcelona, 1929) figura entre los periodistas con mayor ascendiente profesional en nuestro país. Lo dicen los expertos en comunicación. Ha ejercido con magisterio casi todos los géneros periodísticos, tres años de corresponsalía en Extremo Oriente incluidos. Verbo y pensar claros, trato afable, interés perenne por personas y hechos, nunca ha soslayado adentrarse en la literatura. Su libro Celtiberia show, una crónica social escrita en clave de humor en los años sesenta, desatornilló los goznes ideológicos y culturales del franquismo mediante su mero contraste con el sentido común. Hombre de palabra, conversador infatigable pertrechado de un humor en el que ironía y bonhomía apenas distan un ápice, acaba de publicar El santoral de Luis Carandell, colección de vidas de santos narradas con información, amenidad y sutileza. Con un desayuno de canónigos en un café de la calle de Antonio Acuña presenta hoy su libro, ilustrado por Alfonso Ortuño (Orihuela, 1942), pionero y orfebre de la caricatura de humor en España.
Pregunta. ¿Es usted asesor de imagen de los santos?
Respuesta. Nada me gustaría más.
P. ¿Por qué motivo?
R. Te dan todo hecho.
P. Si dispusiera de un refectorio, ¿a quiénes invitaría a escuchar sus vidas de santos?
R. Invitaría a mis mejores amigos y les leería la historia de san Simeón el Estilita, que pasó 40 años sobre columnas, no precisamente de prensa.
P. ¿Se toma usted en serio o en cofia el asunto del santoral?
R. Me lo tomo absolutamente en serio.
P. ¿Por qué razón?
R. Porque la santidad es algo serio; si hay algo cómico, lo pone el santo.
P. ¿Qué virtudes determinarían hoy la santidad en Madrid?
R. La paciencia, el buen humor y ese sentido del 'al mal tiempo buena cara'.
P. ¿Cuál es el santo madrileño más reciente?
R. Simón de Rojas, un beato dedicado a redimir pecadoras; por cierto, era antepasado de mi amigo Eduardo Haro Tecglen.
P. ¿Y el más pintoresco de su libro?
R. Santa Paula de Ávila, llamada santa barbada: cuando era perseguida por un violador, pidió al cielo que la afera y le creció la barba. El agresor huyó.
P. ¿Qué pueden aprender nuestros ediles en su santoral?
R. Es un epítome, un compendio de virtudes edilicias a imitar.
P. ¿El más municipal, de los santos?
R. San Isidro, perfectamente municipal. Madrid es la única ciudad del mundo cuyo patrón es un labriego. De ahí el 'Viva Madrid que es mi pueblo'.
El santoral de Luis Carandell, editorial Maeva. 2.500 pesetas.
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