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Un cocinero chino, detenido como sospechoso del 'crimen de la maleta'

Jan Martínez Ahrens

El 23 de abril de 1994 la Guardia Civil abrió en Irún (Guipúzcoa) una maleta abandonada en el tren Puerta del Sol. Levantó la tapa y se encontró con la mitad superior del cuerpo de una china. Un mes después, en la estación de autobuses de Lisboa, la policía portuguesa descubría otra valija sospechosa. En su interior reposaba la mitad inferior de la misma mujer. Ambas Maletas habían sido facturadas en Madrid.La víctima era Mao Lizhou, de 32 años, casada y con un hijo de pocos meses. El criminal le había asestado 23 puñaladas con una navaja pequeña. Luego la había descuartizado.

Este crimen de tintes rituales, que fue relacionado inmediatamente con un ajuste de cuentas de la mafia china, desató una laberíntica investigación policial que este mes ha dado su primer fruto. La Gendarmería francesa ha detenido en París a Li. H. M., cocinero chino de 30 años, como sospechoso del terrible asesinato.

Un crimen cometido, según los primeros indicios, por un ajuste de cuentas por deudas de juego. La detención, que culmina una orden de búsqueda y captura lanzada hace un año, ha sido posible gracias a la intervención de la Interpol.

La detención, además, arroja luz sobre un caso que desde un principio se movió entre tinieblas. La prestamista Mao Li-zhou se dedicaba supuestamente a prestar dinero a compatriotas suyos que acudían a las salas de juego y casinos, especialmente el de Torrelodones. A cambio cobraba un interés leonino, cercano al 10% diario, según fuentes cercanas al caso.

El capital para este negocio, no más de tres millones de pesetas, procedía del traspaso de un restaurante chino que regentó con su marido. Esta circunstancia alumbró los primeros pasos del Grupo VII de la Brigada de Delincuencia Organizada de la Unidad Central de la Policía Judicial. La hipótesis de partida apuntaba a un crimen mafioso, un aviso de la organización china para que nadie se inmiscuyese en uno de sus feudos: los préstamos.

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Una deuda de juego de 100.000 pesetas, posible causa del crimen

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La policía sospecha que la causa del crimen fue una deuda que el presunto asesino tenía con la prestamista: 100.000 pesetas.

Por otro lado, había testimonios que hablaban de una pareja de chinos vista en Atocha el día en que salió el Puerta del Sol rumbo a Hendaya. Y también las declaraciones de aquellos testigos que citaban la presencia de un oriental en la estación de autobuses de Madrid de la que partió la maleta con destino a Lisboa. Este hombre se había tomado un café en el lugar y después había desaparecido. Se trataba, según las primeras versiones del caso, de Li H. M., la misma persona que supuestamente acompañaba a Mao Li-zhou la última noche en que se la vio con vida. Fue a la salida del casino de Torrelodones, poco antes del asesinato.

El sospechoso cargaba con una biografía oscura. Poco sabía la policía de él, salvo que, tras abandonar un restaurante chino en Sevilla, había empezado a trabajar en Madrid de cocinero. Presumiblemente, en la capital entró en contacto con Mao Li-zhou. Algunos testimonios indican que la mujer le prestó dinero para jugar en el casino. La deuda rondaba las 100.000 pesetas. Aunque la policía española aún no ha interrogado al implicado, la sospecha radica en que el crimen pudo cometerse para evitar el pago de ese dinero.

Extradición

Después del crimen, Li H. M. se marchó a Francia. Una orden de búsqueda y captura internacional salió a su encuentro. La extradición está ahora en plena tramitación.

Los restos de Mao Li-zhou fueron enterrados en el cementerio de Irún en presencia de una pequeña representación familiar. La identificación del cadáver corrió a cargo del marido de la víctima, Boguang Chen.

La proliferación de casinos clandestinos en manos de chinos ha sido frecuentemente denunciada por la policía. El juego se desarrolla, según un informe de la Brigada Central de Documentación, en las partes traseras de restaurantes y tiendas. La entrada está reservada a socios chinos, y a veces también se admite a tailandeses y filipinos. En estos locales, donde se practican juegos orientales y occidentales, es habitual la figura del prestamista, un papel que la fallecida supuestamente trasplantó al Casino de Madrid, donde un 10% de los clientes son orientales. La comunidad china siempre ha negado tales casinos clandestinos. Afirma que, como mucho, son chinos que después de trabajar se reúnen para jugar entre ellos.

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Sobre la firma

Jan Martínez Ahrens
Director de EL PAÍS-América. Fue director adjunto en Madrid y corresponsal jefe en EE UU y México. En 2017, el Club de Prensa Internacional le dio el premio al mejor corresponsal. Participó en Wikileaks, Los papeles de Guantánamo y Chinaleaks. Ldo. en Filosofía, máster en Periodismo y PDD por el IESE, fue alumno de García Márquez en FNPI.

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