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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Nacionalidad

No puedo más que felicitar a Inmaculada de la Fuente por su artículo Famosos primero, publicado en EL PAÍS del pasado domingo 27 de octubre. Enseguida me sentí identificado con varias de las personas sobre las que hace un justo y necesario detalle de los avatares adversos que sufrimos algunos en este país para obtener la nacionalidad española.Sin embargo, mi caso es un poco distinto al de las personas citadas. Soy hijo de española pero con nacionalidad norteamericana y hace dos años me desplacé a Nueva York para pedir un visado de residencia para poder vivir aquí. Después de sufrir varias humillaciones por parte de las autoridades del Consulado español en esa ciudad, que por cierto no podían concebir cómo una persona tuviese un pasaporte norteamericano, que estudiase en Francia y además quisiera residir en España (¡y son diplomáticos!), me resigné a aceptar una negativa por parte del ministerio no concediéndome el visado; lo cual me dejaba de nuevo en el punto de partida y sin la posibilidad a corto plazo de obtener ni siquiera la residencia. Me es necesario aquí resaltar la arrogancia y malos modales de las autoridades consulares españolas en Nueva York de aquellas fechas (mayo de 1994), y que hasta ahora no había pensado en hacer, pero el artículo de De la Fuente me ha animado a ello.

Bueno, ¿y qué es de mi puja por obtener un status legal en este país? Cansado de tener que enfrentarme con la fría e insensible burocracia, opté por pedir la nacionalidad (que, según las autoridades, tengo derecho a ello una vez haya renunciado a la norteamericana, cosa que al parecer Martín López-Zubero nunca tuvo que hacer), pero esta vez ayudado por una abogada que está logrando lo que yo no logré con todos mis esfuerzos. Si todo va bien (¿)seré español dentro de algunos meses(?).

Pero no es normal que una persona tenga que recurrir a un abogado, cansado de tantos rompederos de cabeza, para obtener lo que por jus sanguinis (en mi caso), jus solis u otras causas le corresponde. Es mi derecho, como establece el Código Civil, el ser español. Como el derecho de otros tantos, y no es justo que el señor Vargas Llosa por su prosa obtenga con tanta facilidad lo que otros, por ser simples ciudadanos sin más mérito que el de aportar su ilusión en trabajar y vivir dignamente en este país, no consiguen.

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