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Clinton y Dole agotan símbolos, promesas y energías en sus últimas horas de campaña

Antonio Caño

El discurso, micrófono en mano, incluía el repertorio habitual: críticas contra la corrupción en la Casa Blanca -"en las últimas semanas estamos saliendo a escándalo diario; esto tiene que acabar"-, advertencias sobre la desconfianza que merece el presidente y promesas de milagros económicos si gana las elecciones de pasado mañana. La audiencia también era más o menos la habitual, unas 300 personas. Lo único extraordinario del mitin de Bob Dole ayer en Hasbrouck Heights (Nueva Jersey) es que ocurrió a las 4.40 de la madrugada. "¿Estamos ya en Filadelfia?" preguntó el candidato republicano.

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Embarcado en un extenuante maratón electoral final en busca de la proeza de contradecir todas las encuestas, Dole, de 73 años de edad, tiene ya dificultades incluso para identificar las ciudades que pisa. No duerme más que unas cabezadas entre mitin y mitin y apenas interrumpe la campaña mas que para darse una ducha y cambiarse de camisa.A Filadelfia llegaría un poco más tarde para reunirse con Colin Powell, quien ha estado ausente de la campaña republicana desde el principio, pero que ha decidido reaparecer brevemente ahora para ayudar a Dole en esta misión casi Imposible. El héroe de la guerra del Golfo llamó a esta gira ininterrumpida de Dole "la madre de. todos los viajes", y vaticinó que "esta carrera es ganable, y la va a ganar".

En el área de Nueva York, mezclado con seguidores de los Yankees, el candidato republicano comparó su destino con el de ese equipo, que acabó ganando este año la serie final del campeonato de béisbol por 4 juegos a 2, después de haber empezado perdiendo los dos primeros partidos en casa frente a quienes partían como favoritos, los Bravos de Atlanta.

"Si existe este entusiasmo en Nueva Jersey y Nueva York, puedo imaginarme cómo será en el resto del país. Vamos a ganar estas elecciones", dijo Dole. La verdad es que el entusiasmo era escaso. En parte debido a lo intempestivo de la hora. En parte, también, porque ninguno de los actos públicos de la campana republicana, ni en Nueva York ni en Colorado, ha conseguido reunir más de unos cuantos cientos de personas.

En el otro extremo del país, Bill Clinton buscó ayer el simbolismo de El Álamo, la vieja misión de San Antonio en la que los tejanos resistieron el siglo pasado los ataques del Ejército mexicano, para marcar el tono triunfante de su campaña. La encuesta de ayer de CNN-USA Today le daba 13 puntos de ventaja.

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Los mítines, del presidente sí han conseguido reunir grandes concentraciones, algunas de las mayores que se recuerdan en la historia electoral de este país. -El viernes, por ejemplo, Clinton se dirigió en Las Cruces (Nuevo México) a varios miles de personas -latinos en su mayoría-, ante las que repitió que "se mueve demasiado dinero en estas campañas".

Tarde llega ese reconocimiento de culpa por parte de un presidente que se ha destacado en los últimos cuatro años por su capacidad como recolector de fondos. Es cierto que Dole ha impedido en el pasado la votación de leyes para reformar la financiación de las campañas. Pero también es verdad que la Casa Blanca no ha empujado esas leyes con demasiada energía.

En Las Cruces, uno de los responsables de la campaña de Clinton advirtió que el desinterés del público por estas elecciones puede traducirse en una cifra récord de abstención el próximo martes y que eso puede perjudicar al presidente.

Se da casi por seguro que votarán menos del 54% que lo hizo en 1992, y no se descarta que acudan a las urnas incluso menos de la mitad del cuerpo electoral norteamericano.

Los asesores de Clinton temen que la convicción generalizada de que el presidente será reelegido desanime a algunos, de sus seguidores a votar. Eso podría, quizá, impedir una victoria abrumadora, pero no modificar decisivamente el resultado de las elecciones.

Bill Clinton concluirá su última gira -la última también de su carrera política- en su ciudad de origen, Little Rock (Arkansas), donde esperará el resultado de la votación.

Bob Dole quiere acabar simbólicamente su maratón en Independence (Missouri), el pueblo natal de Harry Truman, el presidente que ganó las elecciones de 1948 en contra de la opinión de todas las encuestas y de todos los pronósticos.

Y el ganador es... Al Gore

El ganador más probable de las elecciones del próximo martes es... Al Gore. No sólo porque, si Bill Clinton es reelegido, el vicepresidente se colocará inmediatamente a las puertas de la candidatura demócrata a, la presidencia de Estados Unidos en el año 2000, sino también porque ha triunfado en esta campaña en la única faceta en la que se le consideraba débil: se ha destapado como orador.Al Gore se ha relajado, ha perdido la rigidez que hacía confundirle con uno de los miembros de su escolta, ha aprendido a contar buenos chistes y, a juzgar por la reacción de quienes le escuchan, ha empezado a meterse a la gente en el bolsillo.

El jueves pasado, en un mitin celebrado en Tejas, Al Gore se atrevió incluso a bromear sobre su futuro político. Señalando hacia el escudo oficial del vicepresidente de Estados Unidos, Gore dijo: "Si miran ese escudo y se tapan el ojo izquierdo leerán 'presidente de Estados Unidos'. Siento vértigo cada vez que lo veo".

Al Gore se ha confirmado en esta campaña como el mejor colaborador del presidente Bill Clinton y, sin duda, como el dirigente demócrata más popular, sin verse perjudicado por los escándalos de la Casa Blanca ni por la mala imagen tradicional de su partido.

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