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Héroe después de muerto

Glyndwr Michael, un vagabundo británico, engañó a Hitler y propició el desembarco aliado en Sicilia

Un vagabundo británico llamado Glyndwr Michael, que se suicidó a los 34 años en Londres, a finales de enero de 1943, acaba de pasar a engrosar la lista de héroes británicos de la II Guerra Mundial, Michael, cuyo cadáver está enterrado en el cementerio de Huelva desde hace 53 años bajo el nombre falso de "mayor William Martin", fue el principal protagonista en la Operación Carne Picada, con la que el mando británico consiguió burlar a los servicios de espionaje alemanes haciéndoles creer que el proyectado desembarco aliado en el sur de Europa se produciría en Cerdeña, y no en Sicilia, donde finalmente, se llevó a cabo el 10 de julio, de 1943. La historia del falso militar, cuyo cadáver encadenado a un misterioso maletín fue arrojado al mar desde el submarino británico Seraph el 30 de abril de 1943 cerca de la costa de Huelva, ha sido contada en tres libros diferentes y en una película, El hombre que nunca existió, pero hasta ahora un aspecto esencial de la trama, la identidad real del mayor William Martin, permanecía ignorado. Tras 16 años de minuciosa investigación, Roger Morgan, un funcionario municipal del distrito londinense de Kensington y Chelsea, ha logrado aportar la última prueba al rompecabezas de la Operación Carne Picada. Documentos que acaban de ser desclasificados han corroborado la veracidad de la investigación de Morgán, publicada con todo, detalle por el diario The Daily Telegraph.La historia, digna de una novela negra con unas gotas de truculencia británica arranca el 28 de enero de 1943 en el hospital londinense de San Pancras, donde falleció Glyndwr Michael, ingresado dos días antes en estado muy grave tras ingerir considerables dosis de matarratas. El médico forense que se ocupó de la autopsia sabía que los servicios secretos británicos buscaban desde hacía tiempo el cadáver de un hombre en la treintena muerto por causas que pudieran cofundirle con un ahogado. Michael presentaba todas las características, pero la operación tardó dos meses en diseñarse en todos sus detalles, por lo que el cadáver del futuro héroe fue conservado en un frigorífico.

La ídea -elaborada por Charles Chomondeley y Ewen Montagu, de los servicios secretos MI-5 y dé espionaje de la Armada, respectivamente era arrojar el cuerpo en la costa de Huelva, en la seguridad de que sería recogido y su maletín concienzudamente examinado por las autoridades españolas, que habrían de pasar la información -dadas las excelentes relaciones del régimen de Franco -con la alemania nazi- al Gobierno alemán.

Para llevar adelante el engaño era necesario dotar al infeliz vagabundo de una falsa y gloriosa personaIidad. Gracias al trabajo de diferentes agentes y trabajadores del MI-5, Michael fue transformado hábilmente en el mayor William Martin -uno de los apellidos más comunes en la Marina británica-, un oficial de alto rango portador de comprometedora información -aunque no demasiado explícita- sobre planes alíados de desembarco, en el sur de Europa. En el uniforme del falso militar, el MI-5 se encargó de colocar dos cartas de amor, redactadas por una supuesta novia, Pam, cuya fotografía figuraba también entre los documentos personales del muerto. Para dar más verosimilitud a la historia, se incluyó una carta recriminatoria del director de su sucursal bancaria, otra de su supuesto padre y dos recientes entradas de teatro.

La Abwehr, servicio de espionaje alemán, aceptó la información como verdadera, extremo comprobado, gracias a los servicios británicos de espioniaje. A partir de ese momento, los aliados tenían las manos libres para iniciar los preparativos de desembarco en Sicilia. La operacion se desarrolló el 10 de julio con éxito y con muchas menos bajas de las temidas gracias al impagable servicio de un vagabundo analfabeto, enterrado en Huelva. Es tarde para recompensas, pero, a juicio de Roger Morgan, el Gobierno británico debería inscribir cuanto antes el verdadero nombre de su ocupante en la tumba del falso William Martin.

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