Las llamas vuelven a Malibú
Mansiones de las estrellas de Hollywood, amenazadas de nuevo por un gran incendio
¿Otra vez? ¡No puede ser posible, no puede estar ocurriendo de nuevo!". Para los cientos de miles de personas que viven en los alrededores de Los Ángeles vuelve la pesadilla del fuego. El fantasma de los grandes incendios que hace tres años asolaron el sur de California está de nuevo presente en Malibú y Calabasas, cerca de Los Ángeles, y también en el condado de Orange y en CarIsbad, al norte de San Diego, con la misma combinación mortal que vuelve incontrolables a las llamas: una abundante vegetación de matorrales secos y un viento, el Santa Ana, cuyas ráfagas pueden alcanzar los cien kilómetros por hora.Un frente de tres kilómetros de humo y llamas espectaculares llegó ayer en sólo seis horas desde las montañas de Santa Mónica hasta la costa, poniendo en peligro zonas residenciales y mansiones de las celebridades de Hollywood en Malibú. Parte de las casas y escuelas fueron desalojadas, pero algunos propietarios desafiaron la recomendación de las autoridades y prefirieron quedarse, como Shirley MacLaine, que se empleó a fondo para rociar de agua el tejado de su casa y evitar con éxito la cercana amenaza de las llamas. "Está todo hecho un desastre", dijo la actriz, cubierta de ceniza y suciedad, a las cámaras de la televisión.Los que ignoran la recomendación de desalojo, como Shirley MacLaine, saben que tienen que actuar deprisa y anticiparse al rápido avance de las llamas. Mangueras, cubos del agua de las piscinas y herramientas de jardín se utilizan para mojar la mayor superficie posible y hacer cortafuegos entre los arbustos. Si hay suerte con el viento, el frente de llamas pasará de largo. Si no, el riesgo es perder la casa y la vida, porque puede ser demasiado tarde para la evacuación. Hasta ayer sólo se registraron cinco heridos.La media docena de incendios en el sur de California han destruido hasta el momento cerca de un centenar de viviendas y han quemado más de 8.000 hectáreas. El más fuerte comenzó el lunes cerca de Calabasas, 50 kilómetros al noroeste de Los Ángeles, por causas aún desconocidas. Una pequeña flota de aviones y helicópteros contra incendios y 2.500 bomberos trabajan ininterrumpidamente desde el lunes para tratar de cortar el frente de fuego. El parte del tiempo de ayer era alentador: la velocidad del viento disminuía y la temperatura estaba descendiendo.El mayor problema para los que combaten las llamas es que los incendios han coincidido -como ocurrió en 1993- con el comienzo de la temporada de los fuertes vientos de Santa Ana, que soplan a una velocidad de entre 70 y 100 kilómetros por hora entre los cañones llenos de vegetación reseca y arbustos.En CarIsbad el fuego destruyó entre 60 y 80 casas y se quemaron 1.800 hectáreas, y en el selecto Condado de Orange, las viviendas afectadas fueron 30. En este caso, el incendio comenzó por la caída de una línea de alta tensión.
A pesar de los daños, las autoridades creen que las lecciones de los incendios de 1993 están evitando mayores consecuencias, gracias a las normas de seguridad más estrictas, a contar con más medios y preparación y a que el viento es menos intenso que entonces. Entre octubre y noviembre de 1993, los grandes fuegos de California arrasaron 80.000 hectáreas.Hubo cuatro muertos y más de 1.200 casas fueron destruidas o seriamente dañadas. La estimación de daños superó los mil millones de dólares (125.000 millones de pesetas). Los vientos de Santa Ana son una de las señales de que el otoño llega a California. El fenómeno está provocado por las altas presiones que se registran en la Gran Cuenca del Estado de Nevada, situada entre los dos grandes sistemas montañosos del Oeste de EE UU: las Rocosas y Sierra Nevada. La presión empuja grandes masas de aire hacia abajo y en dirección a California, aire que busca la salida hacia el Pacífico por el desierto de Mojave, en donde se recalienta, y que llega a las zonas residenciales costeras a través de cortadas y cañones en los que hay una vegetación reseca después del verano. En estas condiciones, cualquier fuego fortuito o provocado se propaga a toda velocidad y es muy difícil combatirlo si el Santa Ana no se calma.
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