¿No hay artistas?
Soy uno de esos madrileños, apasionado e inquieto, que disfruta recorriendo esta ciudad llena de encanto. Hace ya tres años que la catedral de la Almudena se inauguró. Un edificio al que le perdono sus errores y en el que aprecio sus cualidades. Pero no puedo por menos preguntarme por qué en este país las cosas se abandonan a veces a la más absoluta improvisación y, en el peor de los casos, al más terrible mal gusto. Sencillamente, me espanta ver cómo un edificio con voluntad de ser emblemático (siempre pidiendo permiso a León, Burgos o Sevilla), está siendo sistemáticamente afeado y privado de interés: la fachada principal, a medio terminar, ya que, según el arquitecto y el patronato, faltan las esculturas y demás detalles; el entorno chapucero, lleno de cascotes y vallas infames, y, sobre todo (por si esto fuera poco), el interior. Un interior víctima del todo vale, la falta de planificación y la falta de voluntad y sensibilidad artística de los responsables del embellecimiento del templo. Vidrieras estilo Piet Mondrian en naves neogóticas con capiteles unos tallados y otros sin tallar; un altar mayor de cartón y madera como soporte de un cuadro interesante pero tampoco una pieza cumbre (y, mientras, el Prado, con sus depósitos cogiendo polvo); en fin, sólo se salvan la sillería, el Cristo, el arca, tres estatuas y, por supuesto, el retablo del crucero derecho (pero, eso sí, con una hermosa vidriera Mondrian encima). ¿Es que hoy no hay artistas, orfebres o tallistas? ¿No hay arte capaz de evocar el interior de las catedrales españolas? Madrid no merece menos-
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