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El Papa que trató con la CIA

Giulio Andreotti defiende a Juan Pablo II en la presentación de una nueva biografía del Pontífice

"El Papa se habría aliado con el diablo", aventura el periodista Eugenio Scalfari en un momento álgido del debate, antes de pasar la pelota a Giulio Andreotti, Belcebú según los cronistas de sus juicios por asociación mafiosa o complicidad en el asesinato de un periodista, que el ex primer ministro italiano desatendió ayer durante dos horas para asumir formalmente la defensa de Juan Pablo II. Ocurrió durante la presentación en Italia del libro Su Santidad, escrito por los periodistas Carl Bernstein y Marco Politi, que refleja una imagen polémica del actual Papa.Scalfari participó en el acto en calidad de laico y ex director periodístico de Politi. También Andreotti hubiera podido justificar su presencia en la mesa de los presentadores con una acreditación de periodista, ya que es director de 30 Giorni, la revista del movimiento católico Comunión y Liberación.Pero es claro que el ex primer ministro puede aportar mucho más en un debate como el de ayer. Puede recordar sus entrevistas con Pablo VI para confirmar que Karol Wojtyla fue uno de los redactores básicos de la encíclica Humanae Vitae; o el pésimo aspecto de Juan Pablo I el día en que tomó posesión de San Juan de Letrán, "poco después de firmar la bendición" de la boda de su hija, para concluir que Albino Lucíani fue elegido simplemente como un puente de transición hacia un Papa no italiano "más de un cardenal sabía que estaba enfermo", asegura; o la entrevista en la que aconsejó a Juan Pablo II que no creyera en la llamada pista búlgara sobre el atentado perpetrado por Alí Agca. No en vano, más allá de todos sus cargos públicos, Andreotti fue durante décadas uno de los ejes básicos de una criatura tan ligada al Vaticano como la Democracia Cristiana italiana.

Esa historia personal puede parecer hoy un campo sembrado de minas a disposición de un interlocutor con ánimo de polémica, como fue ayer el caso de Scalfari cuando, para demostrar la apertura a alianzas diabólicas de este Papa empeñado en la liberación de Polonia, recordó "la alianza del Vaticano con Michele Sindona" en el contexto de los manejos que permitieron financiar al sindicato Solidaridad. "De todo ello, el senador Andreotti sabe, probablemente, mucho más que yo", añadió el ex director de La Repubblica.

Pero el ex primer ministro, haciendo gala de ignorar cuanto se ha escrito sobre sus relaciones con el banquero ligado a la Mafia que manejó los hilos del enredo entre el Banco Ambrosiano y el IOR, el llamado banco del Papa, encogió los hombros y los labios, como diciendo "no sé de qué se habla". Luego advirtió: "Es claro que entre Juan Pablo II y la Administración de Ronald Reagan hubo una convergencia de puntos de vista sobre el Este. No obstante, antes de hablar de financiaciones estadounidenses ocultas para Solidaridad habría que tener pruebas documentales. Aconsejo prudencia".El libro de Bernstein y Politi va mucho más allá de la simple coincidencia de intereses entre el Vaticano y la Casa Blanca. Sostiene, en efecto, que Juan Pablo II "fue regularmente informado por William Casey (director de la CIA) y por Vernon Walters" de cuanto ocurría en la zona, y que éstas dos personalidades "visitaron secretamente al Papa unas 15 veces en seis años" para mostrarle "informaciones recogidas por satélites o agentes con medios de espionaje electrónicos", a fin de influir en los puntos de vista pontificios sobre el Este, sobre el despliegue de misiles norteamericanos en Europa y sobre América Latina. Aunque, paralelamente, sostienen los autores, "las opiniones del Papa, sobre todo acerca de Polonia y Centroamérica, terminaron por tener un peso real en la Casa Blanca".

La única personalidad de la Curia presente en el acto fue Roberto Tucci, director de la Radio Vaticana y organizador material de los viajes al extranjero de Juan Pablo II, que es jesuita. Andreotti le sorprendió con una defensa estrecha de la intervención de la Compañía de Jesús ordenada por este Papa. "La compañía estaba en crisis y había perdido a un tercio de sus miembros. No fue un acto contra la libertad", dijo Andreotti, respondiendo a la crítica de Scalfari de que Wojtyla predica la libertad pero no la aplica. Y Tucci bajó la cabeza.

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