_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

¿Asia lejana?

Emilio Menéndez del Valle

Cultural y geográficamente, Asia es y está lejana de nosotros, eurocentristas. Nosotros, que cuando, circunstancialmente, nos hallamos física o mentalmente en aquellas tierras nos referimos entrañablemente a Europa como el viejo continente, en lapsus que desdeña la antigüedad y solera de China, India o Japón, de los que Europa heredó conceptos y fundamentos. Nosotros, occidentales desconocedores de la existencia de otros calendarios más señeros, que saludamos entre alborozados y perplejos la llegada del año 2000. Nosotros, navegantes osados, pendientes de longitud y latitudes, que con frecuencia necesitamos -como Vasco de Gama- un lbn Majid, el piloto árabe (el "león del mar enfurecido"), guía insustituible, conocedor de los misterios del índico, que en el siglo XV condujo al capitán luso hasta las costas de la India. Nosotros, que durante siglos hemos impuesto de modo absoluto la relatividad de los conceptos (¿qué es Oriente y qué Occidente para un chino?), estamos, al fin, interesados en Asia.Cierto que el interés supremo es económico: no quedarse al margen de lo que, en torno al 2010 o 2020, será la principal región económica del planeta. Pero no importa. De ello acabará derivándose el interés por conocerse mejor. Razones para lo primero, no escasean. Según The Economist Intelligence Unit, en el 2010 las diez mayores economías serán, por este orden, China, Estados Unidos, Japón, India, Indonesia, Alemania, Corea del Sur, Tailandia, Francia y Taiwan. El Banco Mundial hace una previsión muy similar para el año 2020 con ligeras variaciones: Alemania figura en el puesto número siete, por detrás de Corea del Sur, y Brasil en el diez, de donde desplaza a Taiwan. De cualquier manera, seis o siete países asiáticos estarían entre los diez primeros. Tan imponente resultado (que en 1996 ya es bastante espectacular) se habrá logrado gracias a unos valores culturales propios que configuran una identidad sui géneris y a una estrategia política de gran trascendencia: la considerable atención presupuestaria al sistema educativo. Los denominados valores asiáticos priman la armonía y la disciplina social y familiar, resaltando que la comunidad debe preceder al individuo, al tiempo que insisten en que todos los ciudadanos pueden y deben triunfar en la vida. La opción política estriba en potenciar el nivel educativo de toda la población en lugar del de una élite, con lo que se da prioridad a la enseñanza primaria y secundaria por encima de la universitaria. Entre otras cosas, ello hace que la mano de obra sea más formada y cualificada, al tiempo que los maestros, relativamente bien pagados, gocen de prestigio y respeto sociales. Todo ello incide en el muy aventajado nivel de competitividad logrado por diversos Estados del sureste de Asia, y que ha permitido el sorprendente crecimiento económico de que disfrutan. Como ejemplo, el siguiente: en 1960, Corea del Sur y Pakistán tenían aproximadamente la misma renta per cápita, pero sólo el 30% de los niños paquistaníes estaba escolarizado, mientras que los coreanos llegaban al 94%. A finales de los años ochenta, la renta coreana triplicaba la paquistaní.

No es, pues, osado sostener que el próximo siglo -nuestro siglo XXI- será el de ellos. Y al crecimiento económico se unirá el hecho de que, por primera vez en mucho tiempo, la seguridad de la región no dependerá de las potencias occidentales sino de las asiáticas (China y Japón). En los años inmediatos dos escenarios son posibles: un Asia en paz que inteligentemente profundice la interdependencia económica y logre un equilibrio de intereses entre Japón y China, o un Asia inestable e impredecible en que la competencia estratégica y la preeminencia de los intereses nacionales se imponga en detrimento de los Estados medianos y pequeños. Dada la fuerza económica de aquella gran área, y que allí se concentra casi la mitad de la población mundial, nada de esto nos debe resultar ajeno ni lejano.

Conocer lo que pasa fuera, es entender lo que pasará dentro, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_