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GUERRA EN AFGANISTÁN

Las fuerzas antitalibanes, convencidas de que la reconquista de Kabul es cuestión de horas

"Si Dios quiere, hoy o mañana estaremos en Kabul", aseguró ayer Gul Haider, uno de los comandantes del general Ahmed Sha Masud, jefe militar del Gobierno de puesto hace tres semanas por los talibanes. La marcha de la guerra parece confirmar sus presagios. Conquistada la base de Bagram hace dos días, las fuerzas de Masud, apoyadas por la artillería de su hoy aliado el general uzbeko Abdul Rashid Dostum, prosiguen su marcha hacia la capital de Afganistán. Ayer bombardearon su aeropuerto. La línea más avanzada del frente está a seis kilómetros de los arrabales.

Los talibanes, a la desesperada, se aprestan a una defensa numantina de la ciudad. Por el sur, miles de civiles cargados con sus pertenencias huyen con la esperanza de sobrevivir. Otros, inmutables a toda desgracia, acuden como cada día al mercado a vender comida y toda suerte de objetos inservibles. "¿Por qué no podemos sentamos y comerciar en vez de usar las armas que nos van a terminar matando?, dice un hombre pashtún, la etnia mayoritaria en Afganistán y, a la que pertenecen casi todos los talibanes. "Hemos tenido a Masud, a Dostum y a los talibanes. Y la vida es igual de miserable bajo cualquiera de ellos", añade.Mientras, al norte, a muy pocos kilómetros, se libran encarnizados combates en los que se decide la suerte de Kabul. Los hombres de Masud reconquistaron ayer Kalakan y Husein Kot. Cada vez están más cerca del valle en el que se asienta una ciudad que ha sufrido tres conquistas en los últimos años. Por la vieja carretera de Kabul, el frente está a tan sólo seis kilómetros

Difícil situación

No hay fuerzas talibanes en Kalakan. Los hombres, armados con Kaláshnikovs y lanzagranadas, y los carros de combate de El León del Panshir son los únicos habitantes de un paraje desierto de vida. Incluso Masud abandonó su cuartel general en Jabal-os-Siraj, 90 kilómetros al norte de Kabul, para inspeccionar el frente de guerra en persona.Los talibanes, que tomaron Kabul hace tres semanas sin casi resistencia, (Masud se retiró para preservar sus tropas) se hallan en una posición complicada. Ayer pudieron sentir la proximidad del aliento de Masud. El aeropuerto de Kabul fue bombardeado. Varios obuses cayeron en sus pistas. Algunos aviones resultaron dañados, otros despegaron a tiempo con rumbo desconocido y un tercer grupo cambió su ubicación.

El ministro paquistaní del Interior, cuyo Gobierno es el principal mentor de los talibanes y que en los últimos días ha tratado de jugar la baza de la mediación, llevó ayer a los talibanes una nueva oferta, de alto el fuego de Dostum. Este comenzaría hoy mismo.

Éste y Masud quieren evitar un baño de sangre en la capital. El propio Masud propuso hace unos días que Kabul quedara bajo la protección de la ONU. Rechazada la idea, el viernes insistió, sustituyendo la ONU por una fuerza de policía con todas las facciones afganas.

En Kabul, la gente no entiende la alianza entre los generales Dostum y Masud, enfrentados desde 1994, cuando el primero intentó un golpe de Estado. "Los uzbekos [Dostum es de esta etnia dominante en el norte] actuaron en Kabul como conquistadores. Nos maltrataron y secuestraron mujeres para violarlas. ¿Cree usted que les queremos aquí de nuevo?", afirma un hombre que se define como intelectual pashtún. "Y Masud era tan corrupto que usted no podría ni llegar a imaginárselo", añade enfadado.

Recibidos con alivio

Muchos pashtunes recibieron a los talibanes con alivio. A pesar de su estricta visión de la sharia (ley islámica), acabaron de un plumazo con las corruptelas de la burocracia. "Ellos sólo desean paz y orden", asegura otro pashtún. En las zonas dominadas por los talibanes la mujer ha regresado de repente a la Edad Media. Debe usar el burka (velo tradicional afgano) y no trabajar. Escuelas y hospitales, donde la mujer tenía un papel protagonista, han sido las principales víctimas.Hay denuncias de que los talibanes han registrado casas de simpatizantes de Masud en busca de armas. Algunos de ellos han sido detenidos. "Da igual lo que digan, todos estamos asustados, y si pudiera me marcharía de Kabul", dice un hombre, tayiko como Masud, que no tiene dinero ni familia. "El problema real", sentencia, y es que nadie sabe lo que está pasando ni lo que va a pasar. Y eso es lo que da más miedo".

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