_
_
_
_
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Todo en orden: marcó Julen

Era imprescindible, necesario. Casi innegociable. La Liga española ha tocado el cielo con los Ronaldo, Mijatovic y compañía. Sentado en las nubes anda el campeonato. Pero, sin los goles de Guerrero, estaba huérfano. La fiebre del fútbol le señala a él, como señala a Raúl, a Kiko y Alfonso, con el dedo acusador. Guerrero es culpable del virus, del contagio. Del espectáculo, de la emoción, de los campos llenos. 827 minutos estuvo Julen sin marcar. Cinco meses de sequía, de gesto mustio, descorazonadores. El sábado firmó su gol número 51 en Primera. El sábado cualquier amante del fútbol no pudo por menos que felicitarse. Gol de Julen. Todo vuelve a la normalidad.Adiós a los fantasmas. Fue una jornada enemiga de las rachas. El Barcelona logró la mayor goleada del campeonato; el Extremadura, su primera victoria; el Madrid abandonó su imbatibilidad en el césped del Bernabéu; Guerrero abofeteó al fantasma que desde mayo le acompañaba; su compañero Valencia supo de la felicidad que supone no encajar un gol; y el Hércules salió indemne, aunque a medias, siete jornadas después. Lo que no cambia es la nacionalidad de quienes firman los goles. El 70% de los conseguidos llevaron rúbrica extranjera.

"Sólo" ha ganado una Recopa. La lista de los entrenadores que divisan el patíbulo crece por momentos. En ella están Aragonés, aunque parezca mentira, Carcelén, Vázquez, Brizc... Y en ella está también Víctor Fernández. Y lo estaba antes de que el Zaragoza permitiera al Extremadura romper su desoladora virginidad. El próximo martes, el Madrid puede acabar de apretar la soga que Solans y compañía han puesto en el cuello de un técnico que, a sus 35 años, podría presumir de ser el que más tiempo lleva en el mismo banquillo: siete años. Pero no presumirá. Ortuondo, su colega del Extremadura, definió la situación con una frase antológica: "Es lógico que le quieran cesar, sólo ha ganado una Recopa".

"Yo jugué contra Ronaldo". Acabará algún rival pidiéndole autógrafos. O invitándole a comer, a cenar, a lo que él quiera. Ayer la admiración de Manel hacia Ronaldo se antojó excesiva. Saltó el goleador del Logroñés, al césped y a por el brasileño del Barça que se fue. Quería hacerse una foto con él. Y se la hizo. Qué felicidad. Tal vez dentro de unos años Manel enseñe la instantánea a sus hijos. "Yo jugué contra el mejor jugador del mundo", les dirá. Y quizá éstos le pregunten: "¿Y cuál fue el resultado?". ¡Qué bochorno, papi!

El espectáculo de César Gómez. Hasta hoy ha sido el único futbolista capaz de detener a Ronaldo, aunque fuera a empujones. Lo hizo en el Barça-Tenerife de hace unas semanas. Dijo César Gómez que la clave de su éxito residía en la oración. Quizá Dulce, jugador del Logroñés, debió seguir su consejo. Porque le fue fatal. Claro que tampoco César Gómez se cubrió de gloria en San Mamés. Porque le tocó jugar al fútbol, a secas, sin soplarle a nadie en el cogote. Debió rezar. El hombre quiso participar del espectáculo de la Liga. Y a fe que lo consiguió. Nunca se vio un taconazo tan torpe, tan fuera de lugar, tan poco agraciado. A la vera del área le dio a César Gómez por lucirse, y el que se lució, agradecido, fue Etxeberría, que aprovechó el regalo para hacer el primer gol del Athletic.

Bajo la mirada de Puskas. Salió por el túnel de vestuarios y recibió la atronadora ovación del madridismo. Muchos de los 8.000 fieles que acudieron al Bernabéu nunca le vieron jugar. Pero la memoria de los privilegiados que sí lo hicieron se coló en su pierna izquierda para golpear la bola en el saque de honor. Fue un toque dulce, suave, impropio de él. El máximo goleador de la historia del fútbol contempló luego, desde el palco del Bernabéu, la exhibición de su Real Madrid. Y su mirada atrapó a Suker y a Mijatovic, que fueron Puskas por un día. Que fueron gol, fútbol. Que fueron reyes bajo la emocionada mirada del rey.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_