La carrera electoral contra Fraga comienza en Galicia con un año de antelacion
Las fuerzas políticas gallegas se preparan para vivir un año entero en alerta electoral. Si se cumple el calendario previsto para la primera cita con las urnas tras el 3-M, los comicios autonómicos no se celebrarán hasta el otoño de 1997, pero los partidos se están lanzando ya a una abierta precampaña: el PP acaba de aclamar a Manuel Fraga como aspirante a sucederse a sí mismo, el Bloque Nacionalista Galego (BNG) hizo ayer lo propio con su líder, Xosé Manuel Beiras, en un acto multitudinario celebrado en Santiago, y el PSOE encumbrará en los próximos días a su candidato, Abel Caballero, una designación que amenaza con reabrir viejas heridas internas.
Miembros del Gobierno gallego aseguran que Fraga muestra una determinación, en apariencia inamovible, de no adelantar las elecciones. Pero la oposición desconfía de los propósitos del presidente de la Xunta, hasta el punto de que el PSOE se ha decidido a despejar la incógnita de su candidato y el BNG incluso ha constituido ya una comisión electoral. "La llegada del PP al Gobierno del Estado", dice el dirigente nacionalista Mario López Rico, "ha colocado a Fraga ante tantas contradicciones que no será capaz de aguantar un año entero".Los oponentes de Fraga se aferran a la teoría de que la llegada de José María Aznar al poder ha sido para el presidente gallego una victoria pírrica en su sentido estricto, el de acarrear más pérdidas que beneficios. Socialistas y nacionalistas atisban la inquietud de sus adversarios tras el pacto entre Aznar y Jordi Pujol, que ha puesto a los populares gallegos en situaciones tan embarazosas como la renuncia a sus antiguos criterios sobre la financiación autonómica o el rechazo de sus diputados en el Congreso a una petición de inversiones ferroviarias aprobada por unanimidad en el Parlamento de Santiago.
Ahí es donde creen haber descubierto el PSOE y el BNG la grieta por la que podría empezar a resquebrajarse la imbatible mayoría, que Fraga mantiene desde 1989. Desde hace tiempo, la oposición se afana por presentar al jefe del ejecutivo gallego como un rehén del pacto entre Aznar y Pujol, y ése seguirá siendo el meollo de su, discurso en los próximos meses.
Los mismos argumentos se pudieron escuchar ayer a Xosé Manuel Beiras ante cientos de militantes del BNG que le aclamaron como candidato a la presidencia de la Xunta. En una durísima diatriba, Beiras llegó a acusar al PP de practicar la "pornografía política" porque se trata, según él, de un partido "sin ética ni estética". Los dirigentes del PP admiten en privado que están expuestos a un desgaste por las nuevas circunstancias de la política nacional, a las que no es ajena la decisión de Fraga de reconsiderar su deseo de retirarse, pero confían en reducir las pérdidas al mínimo.
Descartado por propia decisión su secretario general, Francisco Vázquez, el PSOE designará también en los próximos días Caballero como aspirante a presidir la Xunta. Los socialistas resuelven un problema a riesgo de abrir otro. Nadie se ha atrevido a presentar batalla al ex ministro de Transportes, que seguramente recogerá un amplio respaldo, pero en una parte del partido su figura despierta recelos.
Aunque Vázquez logró en los últimos meses reconciliar a los viejos rivales renovadores y guerristas, tras dos años de feroz batalla, el equilibrio es muy delicado. Caballero figuró en el bando guerrista en primera línea y sus adversarios internos temen que las fricciones afloren de nuevo cuando llegue el momento de confeccionar las listas.
El otro motivo de inquietud para el PSOE es el progresivo avance del BNG, que le pisa los talones desde las anteriores a autonómicas. Los nacionalistas proclaman que su objetivo es derrotar a Fraga, no sobrepasar al PSOE pero Beiras lleva varios días remitiendo que las encuestas ya le sitúan como la segunda fuerza. Sus propios contrincantes cometan con asombro la inesperada eficacia del nacionalismo para penetrar en el electorado de los populares.
Para contrarrestar la ofensiva opositora, el PP eleva el volumen de su resonante aparato propagandístico, dirigido por el consejero de Comunicación y Cultura del Gobierno autónomo, el periodista Jesús Pérez Varela. La Xunta inunda las redacciones de los medios con notas destinadas a replicar minuciosamente cualquier reclaración de socialistas y nacionalistas. A veces, con un tono tan consabrido que incluso algunos dirigentes del PP lo desaprueban en privado.
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