Santiago se rinde a Ronaldo
El brasileño marca la diferencia ante el Compos y abre comparaciones con Pelé
El mito Ronaldo sigue creciendo. Las voces que empiezan a hablar de la aparición de un nuevo rey del fútbol mundial sonarán cada vez más fuertes si sigue repitiendo actuaciones como la de ayer. El influjo del jugador brasileño es tan grande que ha logrado eclipsar al puñado de magníficos jugadores que le acompañan. Ronaldo se bastó ayer por sí solo para resolver en apenas media hora un partido que su equipo no dominó en ningún momento, ni siquiera con el marcador favorable desde el primer minuto de juego. El Compostela puso el poco fútbol que pudo verse en San Lázaro hasta que Ronaldo dinamitó el partido con sus goles. El abultado marcador final fue producto de la noche mágica de una estrella y no del juego avasallador de un equipo campeón.Cuando se cuenta con un jugador como Ronaldo sólo hay dos alternativas: hacer que el equipo juegue para él o integrar su talento en el conjunto. Bobby Robson ha optado claramente por la primera opción. El Barcelona se encuentra más cómodo defendiendo a la espera de una oportunidad para catapultar a Ronaldo hacia la portería contraria. Pero si esto no sucede tampoco hay por qué preocuparse. El repertorio del brasileño es casi ilimitado. Puede ganar la espalda a la defensa con su velocidad, inventarse un regate para burlar a un contrario o sortear a todo el que salga a su paso gracias a su potencia física. Éste fue el catálogo que mostró ayer en las tres acciones que decidieron el partido.
Con tan amplio muestrario lo que menos necesita el brasileño son facilidades para mostrar su calidad, pero el técnico del Compostela optó por darle todas las posibles. Fernando Vázquez dibujó un planteamiento que desde el principio se adivinaba arriesgado y que acabó siendo suicida. Situó su defensa muy adelantada con la esperanza de ahogar el centro del campo del rival y evitar así que Ronaldo recibiese el balón. El error fue pensar que el Barcelona iba a construir el juego desde el medio campo. El balón volaba directamente desde la defensa en busca del pie de Ronaldo. El resultado fue demoledor. Cada aproximación del brasileño al área era un anuncio de gol.
Todo lo que sucedía sobre el campo perdía trascendencia cuando Ronaldo tocaba el balón. Tras los dos primeros goles el Compostela intentó reponerse e incluso llegó a concebir esperanzas al ver que creaba peligro en cada una de sus aproximaciones al área del Barcelona. Pero Ronaldo cerró cualquier especulación con un tercer gol que hizo llevarse las manos a la cabeza al propio Robson. Cazó un balón en el campo del Compostela y se fue hacia la portería sin importarle los agarrones y patadas que le lanzaban los rivales. Su acción parecía condenada al fracaso, pero la palabra imposible no existe en el diccionario de Ronaldo y acabó marcando con un disparo seco. El estadio entero se rindió a la evidencia y ofreció al brasileño una cerrada ovación.
Pero la exhibición de Ronaldo no ocultó las carencias del Barcelona. El equipo no funciona como tal. La defensa sigue fallando y el centro del campo no existe. Jugadores como Guardiola han pasado de ser referencias imprescindibles a convertirse en un peón más. Son los peligros de contar con una estrella tan rutilante. Lo más fácil es echarse en sus brazos y esperar a que resuelva el partido. La pregunta del millón es saber qué podrá ocurrir el día que Ronaldo no esté disponible.
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