El anestesista del Papa advierte de los riesgos de la operación
"Toda intervención presenta una cierta cuota de riesgo, sobre todo en un paciente que, como es obvio y por desgracia, es la sexta vez que entra en un quirófano, comenzando por el célebre atentado del 13 de mayo de 1981 y siguiendo con todas las vicisitudes, yo diría que demasiadas, que han traído al actual Pontífice hasta el Policlínico Gemelli", declaró ayer Corrado Manni, el anestesista que ha asistido a Juan Pablo II en todas sus operaciones y que hoy, hacia las siete de la mañana, volverá a anestesiar al Pontífice.
Las condiciones fisiológicas del Papa son normales, según afirmó Attilio Maseri, el cardiólogo del equipo quirúrgico, al término de una jornada en la que Juan Pablo II fue sometido a todo tipo de pruebas médicas, incluida una resonancia magnética utilizada para detectar tumores. El Papa ya pasó otro análisis de este tipo el pasado agosto, y los médicos excluyeron la hipótesis del tumor.Entre los nueve médicos llamados a la mesa de operaciones de Juan Pablo II estaba previsto que se encontrara también Marco Castagnetto, especialista en hígado. La presencia de este médico causó sorpresa entre los informadores, porque no parece necesaria en una operación anunciada como de apendicitis crónica. Acerca de esta sorpresa, un portavoz del Policlínico Gemelli se limitó a observar que Francesco Crucitti, jefe del equipo, "es famoso en todo el mundo como cirujano del abdomen" y que, por tanto, no hay necesidad de otro especialista.
También fue ayer motivo de cábalas la confirmación de que la operación será realizada por el procedimiento tradicional de la laparotomía, que requiere la apertura del abdomen, y no mediante una moderna laparoscopia, capaz de seccionar el apéndice gracias a la inserción de una pequeña sonda. Oficiosamente se ha dicho que la laparoscopia no resulta aconsejable porque la sonda tropezaría con las adherencias desarrolladas en el intestino del Pontífice como consecuencia de las operaciones previas. Pero el médico belga Benoit Navez, pionero en esta técnica, declaraba ayer en el diario La Repubblica que las adherencias no plantean inconveniente para la práctica de la laparoscopia.
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