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De Taiwan al cante jondo

Los chicos de La Cubana celebran su espectador 700.000

ecilia Jan era hasta ayer una chica normal: española desde hace un año, nacida en Taiwan hace 22, estudiante de quinto de Derecho en ICADE, vecina del barrio de El Pilar. Pero se le ocurrió ir a ver Cegada de amor, espectáculo con el que el grupo catalán La Cubana triunfa en Madrid desde hace meses , y su vida cambió por completo, hasta el punto de que llegó a afirmar: "A partir de ahora me dedicaré al cante jondo".No suele ocurrirle al público de este grupo (formado por actores catalanes., aunque acaba de incorporarse a él la actriz madrileña Carmen Losa). Pero es que Cecilia tuvo la potra de ser la espectadora número 700.000 de este espectáculo. La Cubana la esperaba desde hace días.

PASA A LA PÁGINA 11

La espectadora recibió como premio flores música y cetro

VIENE DE LA PÁGINA 1Ellos no sabían quien sería. Cecilia tampoco imaginaba lo que le esperaba. La prensa congregada para el evento desconocía que aquello no era un montaje. Cecilia creía que los periodistas que la asediaban eran de pega. Las amigas de Cecilia, con las que acudió al teatro pensaban que eso ocurría todos los días. Y así todo un feliz cúmulo de malentendidos que hacían que unos y otros se desternillaran, pero nadie, excepto los cerebrines escénicos de La Cubana, siempre creativos y lúdicos, comprendían la magnitud y alcance del tinglado.

Lo cierto es que Cecilia, abrumada y desbordada, tímida y aguantando el tipo como una jabata, recibía flores, regalos, una corona, cetro... Y todo era de verdad, hasta el directivo de la entidad bancaria que apoya a la Cubana, que salió a un improvisado escenario en el vestíbulo del teatro a hacer apología de las bondades de su patrocinio cultural.

Cuando Cecilia y sus amigas pensaban que ya había terminado todo llegó el verdadero desmadre y el que más y el que menos vivía la contradicción de pensar que la chica, por una lado, se lo debía estar pasando bien, pero por otro, lo más probable es que con su jovial cara oriental conociera por primera vez lo que era la tortura china.

Los gamberros de La Cubana la hicieron entrar al patio de butacas, bajo palio (amarillo, con cortinas adornadas de margaritas y fianqueado por acomodadores y señoras de los lavabos que no eran otros que los propios actores), con corona, cetro y copiosos ramos de flores. Los casi mil espectadores ya esperaban sentados y mientras esto ocurría sonaba a toda pastilla el tema musical decimonónico Pompa y circunstancias, de Elgar.

Después vino la representación y al finalizar el espectáculo Cecilia Jan, ya ducha en las artes escénicas después de la nochecita que le dieron, tuvo que volver a subir al escenario montado solo para ella y soportar a la petarda y cursi de Estrellita Verdiales, que aunque entusiasma cada vez más al público, insiste en que es una niña prodigio desde hace casi medio siglo. Como es natural en ella estuvo todo el rato intentando chuparle plano a la joven estudiante. La orquesta Madrid, que toda la noche amenizó el acto, puso fin a la velada que terminó con baile y cava catalán, del que disfrutaron algunos de los 700.272 espectadores que han visto Cegada de Amor, montaje que se estrenó en el teatro Tívoli de Barcelona en enero de 1994.

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