_
_
_
_

Jerusalén vuelve a la normalidad

Cuando la policía israelí empieza a poner multas a los periodistas en vez de perseguir a palestinos, es que todo ha vuelto a la normalidad.-Oiga, pero es que he oído que hay incidentes en Hebrón.

-¿Y a mí qué me cuenta? Se ha saltado un semáforo en rojo.

Jerusalén, árabe y judía, amaneció ayer tranquila y se acostó sin un solo herido. La mejor noticia de estos últimos días de violencia.

¿Y qué puede ser más normal que un turista en el casco antiguo de la ciudad? Es lo que pensaba Jack Wolf hasta toparse con las cámaras de televisión de medio mundo. Sin saberlo, fue uno de los primeros turistas en visitar el túnel de la discordia después de los últimos enfrentamientos. Sus comentarios anodinos invierten el orden celestial: abajo el cielo, arriba el infierno.

Está entusiasmado con su visita porque ha "aprendido mucho sobre la vida de los judíos en la época del segundo templo". Los disturbios le quedan muy lejos, en la CNN. "Nosotros no tenemos miedo a nada, somos norteamericanos". De Michigan y empleado de banca. Lleva el atuendo previsible: pantalones cortos, camisa a cuadros y gorra de béisbol.

Antes de salir a la Vía Dolorosa, le precedieron ocho soldados israelíes con porras y chalecos antibalas, por si acaso. Pero no pasó nada. Durante media hora, Jack estuvo escuchando atentamente las explicaciones de su guía; Jeff, recorriendo el estrecho, claustrofóbico, y aburrido pasadizo.

Conocer lo que pasa fuera, es entender lo que pasará dentro, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

Jeff, un judío ortodoxo norteamericano, sabe cómo dirigirse a su auditorio: la bóveda se parece al puente de Brooklyn y las fisuras en las piedras recuerdan el terremoto de Los Ángeles.Vigilancia militar.

Fuera, se oye el ajetreo habitual del barrio musulmán. Las autoridades israelíes parecían tan seguras de que no iban a producirse incidentes que ni siquiera desplegaron todas sus fuerzas en el casco antiguo como en los peores días. Las angostas calles del Jerusalén árabe no se cubrieron esta vez del verde caqui de los uniformes.

La discreta presencia de soldados en la parte judía de la ciudad fue, sin embargo, la única señal de que la situación sigue tensa. Apoyados en las barandillas de la plaza de Sión, en la zona de comercios, miran a las turistas y de vez en cuando piden la documentación al que tenga la tez algo más morena que el israelí medio.

Luce un sol de agosto. Las terrazas están llenas, muchas de ellas han adoptado la forma de pequeñas cabañas. Es la fiesta judía de Sukot, la de los Tabernáculos, cuando se debe recordar la fragilidad de la existencia, al comer en familia en estas pequeñas construcciones de lona y cartón.

Desde aquí, no se puede oír de nuevo la llamada de los taxistas palestinos en la puerta de Damasco ("Ramala, Ramala") por tres shekels. Hasta hace dos días, era una zona de guerra.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_