La terquedad de Bibi

Aviv El primer ministro de Israel está en una posición delicada, por no decir muy difícil. No sólo Yasir Arafat y Hosni Mubarak exigen el cierre del túnel de la discordia, sino también el presidente Bill, Clinton. Bibi Netanyahu ha aceptado la invitación del jefe de la Casa Blanca para la cumbre de Washington, pero se sabe aislado en el asunto del túnel. Y, parece evidente, que si por su terquedad fracasa esta reunión, Clinton no se lo perdonará.

Mientras tanto, el túnel fue reabierto solemnemente ayer por la mañana, tras el descanso del sábado, y Netanyahu parece decidido a no dar marcha atrás, a pesar de las reservas expresadas en el seno del Alto Estado Mayor y en los servicios de seguridad y a pesar del malestar de algunos de sus ministros.

Un sondeo de opinión, publicado por el diario popular Yedioth Aharonoth, muestra que el 54% de los israelíes interrogados estima que habría sido mejor no abrir la puerta del túnel. Pero, ¿se debe cerrar ahora? El 54% responde que "no", contra un 42% que "sí". Este sondeo es característico del actual estado de espíritu del israelí medio que se dice: quizá no se debería de haber abierto el túnel de la discordia, pero una vez abierto, no se debe dar marcha atrás. ¿Por qué? Porque eso sería un signo de debilidad frente a los árabes, frente a las piedras, frente a las balas y frente a los disturbios palestinos. Porque sería una capitulación.

En este sentido, cuando Netanyahu dice en una reunión del Gobierno israelí: "No cederemos. El túnel permanecerá abierto siempre", se siente apoyado por la opinión pública israelí. Pero este respaldo no es ni incondicional ni muy grande. Sólo el 54% de los israelíes apoyan la firmeza de su primer ministro. Si los disturbios antiisraelíes continuaran, si otros soldados israelíes fuesen muertos y heridos, el margen proNetanyahu y proLikud podría estrecharse considerablemente. Ese fue el caso de Menahem Begin durante la guerra de Líbano.