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FÚTBOL CUARTA JORNADA DE LIGA

Espectacular triunfo del Sporting

El Zaragoza animó elpartido, pero se rompió por los laterales

MARIO DíAZ A veces, algunas veces, el cartel tiene razón. El del Sporting-Zaragoza anunciaba algo bueno porque en el campo se iban a juntar un puñado de buenos jugadores y los banquillos estaban ocupados por dos entrenadores que no reniegan del fútbol. Por una vez, las expectativas se cumplieron con un partido de ida y vuelta, abierto y espectacular en muchos momentos. El Sporting, todavía traumatizado por el reciente cerrojazo del Racing disfrutó con un rival que llegó como siempre, dando la cara. El problema es que la descubrió tanto que acabó pagando su generosidad defensiva. Las lesiones dejaron a Víctor Fernández sin laterales y por allí empezó a romperse el Zaragoza.

. El desgarro definitivo llegó por una de esas acciones de estrategia que han ayudado a encumbrar a Benito Floro. Un saque de córner en corto, un terremoto en el área y la llegada sorprendente, poderosa, de Nikiforov, que en vez de un cabezazo mandó un obús a Juanmi, cuyas manos cedieron. El central ruso compensó así un fallo anterior, en una posición más ventajosa, e inauguró su cuenta goleadora en España. Kiniforov es un defensa al que le exigen goles porque casi todos recuerdan más de uno espectacular en el Spartak de Moscú y la selección rusa. Nikiforov puede ser el Zalazar de Floro en el Sporting, el hombre que aproveche muchas horas de trabajo de campo e n mareo y de teoría en la pizarra.

El gol compensó al Sporting de su mayor determinación y de su superioridad física, con muchos hombres cargados de kilos y, en algún caso, de calidad. El Sporting maniató el lujoso centro del campo del Zaragoza con una presión bien ejecutada y la llegada rápida del balón arriba. Allí aparecía en escena Tomás, Lediakchov, Salinas e incluso Bango, que pudo ser el primero en marcar. Con 1-0 el Zaragoza acentuó su tendencia atacante y Gustavo López tuvo el empate en una arrancada.

Tan cómodo se sintió el Sporting con el 2-0 que acabó aflojando en su presión. Cedió metros, regaló el balón al Zaragoza y se entregó al contragolpe. Los locales corrieron el riesgo de dejar entrar al Zaragoza en el partido, pero entre Ablanedo y Núñez Manrique lo evitaron. ,

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