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Gritos contra el ex presidente Salinas abren el congreso del PRI

El Partido Revolucionario Institucional (PRI), la formación que gobierna México desde hace 67 años, inauguró en la tarde del viernes (madrugada de ayer en España) su XVII Asamblea Nacional que comenzó con tintes de exorcismo colectivo. El demonio fue, una vez más, el ex presidente Carlos Salinas de Gortari, señalado en los últimos meses como el "culpable" de todos los males del país -asesinatos políticos incluidos- por los mismos que hasta hace poco lo adoraban. Los gritos de "¡Fuera Salinas!", emitidos por un nutrido número de delegados, inundaron el polideportivo.La expulsión del anterior mandatario del partido oficial, que será discutida en una de las mesas de trabajo, parece ser la principal preocupación de ciertos grupos en una asamblea que se ha querido perfumar con los efluvios de la renovación: renovación estatutaria, ética, estratégica y, sobre todo, ideológica.

La crisis económica desatada en diciembre de 1994, la corrupción endémica y las divisiones internas le han hecho perder credibilidad al PRI. El vacío ideológico de esta maquinaria de poder se hace palpable ahora que, por necesidades del guión, se impone abandonar el "liberalismo social" que instituyó Salinas y retomar el "nacionalismo revolucionario" ( que tendrán que definir de nuevo).

El partido oficial está, sin duda, en su peor momento. El paulatino relevo generacional en las cúpulas del poder y el impulso dado al aperturismo económico han tenido inevitables consecuencias en el terreno político. El desplazamiento de los viejos cuadros priístas y el avance electoral de los partidos de oposición son dos de los síntomas más evidentes.

De ahí que dentro del PRI haya estallado la guerra interna entre los reformadores, que asumen que hay que pagar el coste de la democratización del país, y los duros, que no están dispuestos a perder parcelas de poder. Otra batalla entre tecnócratas y dinosaurios está servida.

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