Menos dureza de la prevista

El Gobierno francés que preside Jacques Chirac ha elaborado para 1997 el único presupuesto posible: complejo, parcheado y, al fin, menos duro de lo previsto. El primer ministro, Alain Juppé, no podía emprender un auténtico saneamiento de las finanzas públicas, en una situación prácticamente recesiva como la actual, y ha optado por un presupuesto de circunstancias en el que destaca un logro importante: el gasto se mantiene al mismo nivel de 1996, lo que supone una novedad para un país habituado al crecimiento inexorable del gasto público.Juppé había prometido recortar el déficit desde los 287.800 millones de francos de 1996 hasta un máximo de 250.000 millones. Pero el déficit alcanzará 283.700 millones en 1997, lo que implica una modesta reducción de 4.000 millones. Eso, si se logra alcanzar el crecimiento del 2,3% que se ha previsto y que, hoy, con un crecimiento que apenas supera el 1%, resulta muy optimista.

La pregonada reducción de impuestos es muy discutible. Juppé elevó la presión fiscal desde el 44,5% del PIB en 1995 al 45,6% en 1996, y para 1997 rebaja esa presión en una décima, hasta el 45,5%: devuelve un poco tras haber quitado mucho. La ligera disminución del impuesto sobre la renta se ve compensada por el incremento en un punto de la Contribución Social y de las tasas sobre tabaco, alcohol y gasolina.

Francia cumplirá el criterio de endeudamiento público: quedará en el 57% del PIB en 1997. Mucho menos claro es el cumplimiento referido al déficit fiscal. Pero un ingreso extraordinario de unos 35.000 millones procedente de la compañía pública France Telecom permitirá maquillar las cuentas y reducir las necesidades de endeudamiento al 2,9% del PIB, un pelo por debajo del máximo del 3%.