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Entrevista:ROMÁN ÁLVAREZ - GEÓGRAFO

"Con los minisatélites pretendemos evitar comprar los datos fuera"

Los minisatélites de observación de la superficie del planeta pueden servir para ver la evolución de las cosechas, prevenir plagas como la malaria o vigilar volcanes activos. Son una tecnología al alcance de los países en vías de desarrollo. Román Álvarez es uno de sus principales impulsores en México; el centro que dirige, el Instituto de Geografía de la Universidad Autónoma de México (UNAM), ha colaborado en la construcción de un microsatélite científico. La pasada semana participó en la Conferencia Internacional sobre Pequeños Satélites organizada en Madrid por las Naciones Unidas, y el Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial (INTA), en la que se anunció oficialmente el inicio de un proyecto de colaboración entre México, Argentina, Chile y España para poner en órbita un minisatélite de observación de la Tierra en el año 2000.Pregunta. ¿Para qué sirven los minisatélites?

Respuesta. Tienen muchas aplicaciones. Los de observación toman datos de la superficie del planeta y los reenvían las estaciones, y son datos muy valiosos, por ejemplo, para evaluar los recursos naturales de los países. En la UNAM hicimos un inventario de los bosques nacionales con los datos de un minisatélite, y en dos años cartografiamos 50 millones de hectáreas; el inventario anterior, hecho con métodos tradicionales, tardó 24 años en acabarse y su coste fue 10 veces mayor. También recogen información valiosa para la minería -analizando las imágenes se puede saber qué yacimientos hay en una determinada zona- o incluso para la prevención de plagas como la malaria, porque, sabiendo cómo han crecido los depósitos de agua, se puede saber si la población de mosquitos crecerá. Luego hay una parte de observación que no se basa sólo en las imágenes, sino, por ejemplo, en la detección de ozono y de los gases de efecto invernadero. Si pone a diez especialistas distintos frente a una imagen de satélite, todos podrán sacar información diferente.

P. ¿Qué ventajas representan frente a los satélites más grandes?

R.. La información que se obtiene con ambos es complementaria, no son excluyentes. Pero, en los minisatélites, la tecnología es muy barata, lo que permite que países sin muchos recursos puedan construirlos. Actualmente, Iberoamérica, se nutre de los datos que compra a satélites comerciales, y, aunque ahora hay muchos proyectos de minisatélites de observación y los precios indudablemente se abaratarán, las prioridades las seguirán marcando los países con acceso a la tecnología espacial; los que no, tendrán que seguir comprando...

P. ¿Cuánto cuesta comprar los datos?

R. Por un millón de dólares al año, nosotros compramos imágenes de todo el país con el satélite estadounidense Landsat, con una resolución de 30 metros. Pero pasa cada 18 días, y en época de lluvias, con las nubes, no son buenas. Por eso, un minisatélite propio, o uno de cooperación en el que ponemos unos cuantos millones de dólares, estaría amortizado en pocos años. Además, participar en un proyecto así nos permite aprender una tecnología con cada vez más aplicaciones; dejaríamos de estar obligados a comprar siempre lo que hacen los demás.

P. ¿Cuáles serán las principales aplicaciones del satélite de cooperación entre Argentina, Chile, México y España?

R. Será de observación, pero sus aplicaciones concretas están aún por definir. Dependerán de cada país. A nosotros, por ejemplo, nos interesa ver la evolución de las cosechas de trigo en el noroeste del país, o también, muy especialmente, vigilar los volcanes activos, como el Popocatepetl, que está apenas a 60 kilómetros de la ciudad de México. Y ambas cosas podemos analizarlas en la misma imagen.

P. ¿Se podrá hacer el satélite sólo con tecnología de estos países?- R. Sí, se desarrollará íntegramente en nuestros países. En todos ellos hay ya alguna experiencia. En México se construye ahora el Satex 1, y en la UNAM sólo entre 10 personas hemos hecho en dos años el UNAM SAT-B -el lanzamiento del A con un cohete ruso falló el año pasadopuesto en órbita el pasado día 5. Es un microsatélite de 10,7 kilos de peso, con una vida útil de cuatro años, que ha costado sólo 100.000 dólares. El experimento principal es detectar la entrada de meteoritos en la atmósfera para determinar si vienen del sistema solar o de más lejos.

P. ¿En qué fase está este proyecto de cooperación?

R. Queremos iniciar el proyecto este año. Aún no hay una firma oficial, pero los preliminares están cubiertos. La parte más gruesa del, diseño ya está, aunque no se sabe aún quién construirá que partes ni se han definido los objetivos. La forma en que se repartirán los datos tampoco está clara. aún; se piensa que esto podría suponer algún tipo de ingresos para los países participantes. Las cosas son complicadas y necesitan su tiempo.

P. ¿Cabe la posibilidad de que Iberoamérica se especialice en construir minisatélites para venderlos a otros países?

R. Sí, desde luego. Nosotros incluso nos podríamos especializar en la cuestión de controles y computadores; posiblemente le venderíamos a España todo eso, y le compraríamos otras cosas en las que su país se especialice.

En el congreso se explicó que el minisatélite de observación del medio ambiente que Argentina, México, Chile y España construirán en colaboración tomará imágenes de la superficie con un detalle de tres metros, una resolución considerada muy alta por los expertos. Cubrirá todo el planeta, a excepción de los casquetes polares -su cobertura será de 80 grados-, y pesará unos 150 kilogramos. De un coste estimado de 60 millones de dólares, España y Argentina aportarán el 40% cada uno, y México y Chile, el 10%. Se espera poder ponerlo en órbita en el año 2000.

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