Enseñanza pública
Si algo caracteriza el comienzo del curso 96-97 es una grave confusión, rumores amenazantes y una auténtica certeza. Empezaré por la confusión: hasta hace unos días los centros de enseñanza secundaria y enseñanza primaria no han recibido al completo, como otros años, las instrucciones precisas del minis-Pasa a la página siguiente
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terio sobre la regulación de funcionamiento para el curso. Téngase en cuenta que en los institutos donde se adelantó la reforma el curso pasado dando tercero de la ESO entran este año todos los cursos de la ESO más el residuo que queda de los terceros de BUP y COU. Vamos con los rumores -este Gobierno es experto en lanzar globos sonda-; detallaré uno por uno, por orden de gravedad.
Primero. Se quitan las tutorías ' contradiciendo totalmente el espíritu y los objetivos de la reforma, donde el tutor es el eje para personalizar la educación de los alumnos, atender a su diversidad, coordinar a los profesores correspondientes, controlar la asistencia a clase, etcétera.
Segundo. Se eleva el número de alumnos por aula, con la consiguiente bajada de calidad de enseñanza y rompiendo la tónica de los 10 años anteriores, que ha sido bajar el número, además de romper el compromiso que se nos dio de que en la ESO no fuera más de 25.
Tercero. Se eleva el número de horas que cada profesor ha de dar, con la consiguiente reducción de plantillas, el posible cerrojazo en las oposiciones a la enseñanza y el aumento del paro entre los futuros docentes.
Cuarto. La reducción de becas en la Universidad.
Quinto. La supresión de recursos de formación docente: Centro de Desarrollo Curricular, Centros de Profesores, etcétera.
Vamos ahora con la única certeza que tenemos: congelación salarial a los funcionarios (esto, junto con lo anterior, debe ser para motivar a los profesores adecuadamente en su trabajo docente). Si estas medidas se confirman, la enseñanza pública se deteriorará significativamente en beneficio de la privada, porque lo más grave de todo esto es que a la enseñanza pública van las clases más humildes del país, y si no se vela por su calidad, la igualdad de oportunidades en educación y cultura que reconocen nuestras leyes, desde la Carta Magna, será mentira.
Los profesores de la pública estamos realmente preocupados, y si esto se confirma, sugerimos a sindicatos, partidos políticos progresistas, asociaciones de padres, asociaciones de alumnos y universidades públicas que nos unamos y nos movilicemos para salvar la enseñanza pública. En ello nos va que se primen en nuestros alumnos sus méritos, su capacidad, su igualdad de condiciones ante el futuro y no su procedencia social-
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