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VUELTA 96

ONCE y MG bloquean la carrera

Segundo triunfo consecutivo de Baldato en la primera etapa con algo de montaña

Carlos Arribas

Un atento escuchador no habría tenido necesidad de ver la etapa para saber lo que pasó ayer entre Málaga y Marbella. A las once de la mañana, una hora antes de que los ciclistas salieran, todo es taba tan claro por las declaraciones de directores y ciclistas, que éstos casi habrían hecho mejor si hubieran viajado en autocar a la meta y allí, escondidos, hubieran inutilizado los equipos de televisión para justificar la falta de imágenes, se hubieran echado unos baldes de agua por el cuerpo para simular sudor y hubieran aparecido ante los periodistas para contar la etapa que no existió. Pero no, tuvieron que sufrir, caerse -David García lleva tres caídas, el récord de la Vuelta-, mover otra vez grandes de sarrollos y marcarse otra media por encima de los 40 por hora.Todo bajo el bloqueo de la ONCE -el equipo de Jalabert, el líder in péctore- y el MG -el equipo de Baldato, el líder real-, aliados circunstancialmente bajo un sólo objetivo: permitir el mínimo cambio para que todo siguiera igual, y un sólo método: tensar la cuerda en el puerto de Ojén y mantener la tensión en el de Mijas para lograr que los más rodadores y algunos sprinters incordiantes se quedaran cortados y evitar que volvieran a enlazar. Después, el bloqueo vía barricada a la italiana: el equipo del líder asume su responsabilidad y pone a sus hombres a tirar en cabeza; su aliado táctico se pone a rueda -Baldato y Jalabert viajaron juntos casi todo el tiempo- gastando fuerzas por la concentración necesaria pero ahorrándolas en pedaladas. De premio, beneficios, que, como dicen los abogados de empresa que firman pactos, fueron mutuos para ambos. Y generosos para todos: en uña situación de bloqueo, y más cuando casi nadie quiere romperlo, pierden pocos.

" ONCE y MG se pondrán de acuerdo para tirar fuerte", decía un director en la salida. "Baldato forzará para que se queden detrás los demás sprinters", añadía otro. "Casagrande tendrá que probar, porque si se va después de Córdoba no tendrá más terreno a su gusto", contaban a coro. "Y también Rominger, que creo que hoy le toca hacer series fuertes", era el clamor. Todo se produjo milimétricamente después. Todo estaba cantado, como también que la ley de los más fuertes, numerosos y voluntariosos acabaría imponiéndose. La ley del ONCE y del MG. La ley de los beneficios mutuos en plan duopolio. Y que se arruine la competencia.

En sus hoteles, por la tarde, los equipos se pusieron a echar cuentas. El MG logró lo que buscaba con su continuo trabajo: acabar con el carrusel de sprinters: Baldato, el más fuerte, repitió triunfo y, además, aumentó su ventaja en la general con los 12 segundos de bonificación. El ONCE también saldó el día con números negros: Zülle pescó tres segundos de bonificación -se escapó aprovechando el control sobre los demás- en una meta volante; Jalabert viajó tranquilo y también sumó su habitual segundo de bonificación, y van 29; los demás compañeros trabajaron, pero menos. Sólo al final, cuando llegaron los anunciados ataques de Rominger y Casagrande -poco más que acelerones en cabeza en un último repecho, en realidad- tuvieron que echar un poco el resto. Antes les valió con infiltrarse en las últimas escapadas -hasta lo hicieron a dúo, buenos amigos, cuando Zarrabeitia y Pistore (MG) abortaron el ensayo de un holandés- para frenar los ímpetus.

Al Banesto, el tercer poder, el, del Induráin al acecho, los números le salieron blancos: nada arriesgó -no tenía sentido, dada la buena disposición de los rivales-, nada ganó. Perdió los tres segundos de Zülle, pero era algo asumido: cuesta más poner en marcha una estrategia para evitar que alguien haga algo que para hacer algo uno. A otros equipos, en cambio, les deparó el día números rojos: trabajo para nada. Fueron los equipos, como el Kelme con Marcos Serrano, que intentaron romper el bloqueo, pidieron permiso y no se lo concedieron. Fueron las fugas de Conte, Zanette, Serrano y Hun dertmark, que, en su intento de ganar la etapa no hicieron más que de liebres para los galgos que mandaban en el pelotón: marca ron el ritmo del equipo MG a la distancia y les dieron a los de Baldato asuntos en qué pensar pata no aburrirse. Fueron su juguete.

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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