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El Sporting remonta dos goles en Sarriá

El Espanyol se hunde en la segunda parte por falta de agresividad en su juego

Ramon Besa

Bendito marcador para el Sporting en un maldito lunes para el Espanyol. Fue una noche de perros que los periquitos, muy hechos a la adversidad, no supieron sobrellevar. La jornada invitaba a una faena tan rápida que el equipo blanquiazul dio la contienda por finalizada antes de hora. Hubo quien, agradecido al equipo, abrió el paraguas en el descanso y se dio media vuelta en busca de una buena estufa y una mejor cena al calor del hogar y la luminosidad del televisor.El letargo espanyolista sobre un colchón de dos goles permitió el despertar del Sporting. El grupo de Floro firmó la victoria en el descuento para desgracia de un Espanyol que se fue muriendo por inanición en un estadio medio desierto, barrido por la lluvia y el viento, y retratado por un contrario sin mucho cartel.

El Sporting resultó un plantel demasiado aseado durante medio partido para discutir la jerarquía de un grupo local de corte noble y vigoroso. La blandura rojiblanca facilitó la embestida blanquiazul. El equipo de Floro tuvo tanta salida como entrada. Lardín y Benítez perforaron la línea de cuatro que paró el rival sin necesidad de recurrir un ariete taladra dor. Ouédec se dejó caer muy bien por los costuras del área y el dinamismo de los puntas es panyolistas sacó del campo a la zaga sportingista. Roto por el espinazo, el Sporting no atinó a combatir la velocidad del Espanyol de media cancha hacia terreno propio. El partido discurrió siempre de acuerdo al guión que Carcelén guarda de Camacho: Brnovic tiró anclas en el ombligo del campo y el equipo fue acelerando el ritmo del choque con el discurrir del tiempo.

La efectividad resultó tremenda: tres remates supusieron dos goles y la ducha. El Sporting pisó tanta área como el Espanyol. No tuvo, sin embargo, el mismo acierto.Toni le sacó un remate de gol a Julio Salinas y Tomás erró en dos disparos francos.

Floro le dio la vuelta a la contienda con los cambios. La salida de Nikiforov, que hace sus primeras armas en España, centró al Sporting en defensa y el equipo se fue decidido al ataque. Un remate de Bango a la cepa del poste fue el aviso de la reacción asturiana. El Espanyol se fue desinflando de forma espantosa. Encogió de golpe y el Sporting le fue martirizando con premeditación. Todos sus goles llegaron en los momentos trascendentes. Villarroya enganchó un remate precioso, luego Velasco cabeceó ante los morros de Toni y, al final, Bango, le puso el lazo a un balón cabeceado por Julio Salinas.

El equipo blanquiazul estuvo irreconocible. No atinó para nada Carcelén en el movimiento del banquillo. El plantel perdió su posición en el campo, y se fue cayendo a trozos hasta quedar con la dentadura postiza. El Espanyol pierde todo su encanto cuando no muerde. La agresividad fue siempre su asidero en la época de Camacho. Fue la divisa del equipo durante la pasada temporada, cerrada con el pase hacia Europa. Su sucesor, Carcelén, por contra, no supo reactivarle ayer cuando acabó presa de un contrario.

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Sobre la firma

Ramon Besa
Redactor jefe de deportes en Barcelona. Licenciado en periodismo, doctor honoris causa por la Universitat de Vic y profesor de Blanquerna. Colaborador de la Cadena Ser y de Catalunya Ràdio. Anteriormente trabajó en El 9 Nou y el diari Avui. Medalla de bronce al mérito deportivo junto con José Sámano en 2013. Premio Vázquez Montalbán.

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