Agresiones en el metro

Leo en El País Madrid que las agresiones a viajeros del metro suben más de un 20%. En concreto, el global de éstas se desglosa de la siguiente forma: 21% a los viajeros, 49% a los vigilantes jurados y 59% a los empleados. Ya resulta difícil de entender cómo pueden dos individuos fornidos armados y expertos en defensa personal sufrir más del doble de las agresiones que los viajeros. Claro que todo depende de lo que se entienda por agresión, pero no es éste el motivo de mi carta.Esta información, publicada el jueves 22 de agosto, me trae a la memoria cosas sucedidas hace ya algunos meses (30 de abril) que aún están por resolverse. A grandes rasgos: entraba yo en el metro (estación ópera) con mi novia alrededor de las doce de la noche y presencié cómo dos vigilantes jurados expulsaban del vestíbulo con malos modos, empujones y amenazas, a un mendigo visiblemente borracho (¿es esto una agresión computable en las estadísticas?). Decidí intervenir y me acerqué a preguntar qué ocurría, pero uno de ellos se me plantó delante y me instó a que les dejara en paz, "aquí no ocurre nada que te importe; circula"; el otro se volvió y el borracho aprovechó la coyuntura para escapar. Se encararon conmigo, me insultaron, me amenazaron y, créame, me asustaron de veras (¿otra agresión?). No tuvimos más remedio que salir por pies. Pero, al pasar por la taquilla, pensé en abrir una hoja de reclamaciones. ¡Craso error!, porque ellos, tal vez para cubrirse las espaldas, me denunciaron en la comisaría del metro, supongo que por agresiones. Ahora estoy a la espera del juicio de faltas que ha de celebrarse, y aunque supongo que no me ocurrirá nada no puedo dejar de estar intranquilo.

¿En qué apartado de sus estadísticas me habrán colocado los gerentes del metro? ¿En agresiones a vigilantes jurados? ¿En viajeros agredidos? Seguramente en ciudadanos panolis que cuando ven a dos matones intimidar a una persona indefensa (por mucho que molestara a los viajeros) piensan que esos métodos no están bien e intervienen. Desde luego, le aseguro que es la última vez que me pasa, pero cada vez que veo carteles que dicen "más de no-sé-cuantos guardias jurados en el metro. Estamos aquí para ayudarle", no puedo reprimir un escalofrío.-